El conjunto vigués necesitó la prórroga para eliminar a un Tercera El Celta logró su pase a la segunda ronda de la Copa del Rey ante el Lemona teniendo que remontar una desventaja de dos goles y echando mano de la prórroga.
09 oct 2001 . Actualizado a las 07:00 h.Campo pequeño sí, afición encima también, pero ni Arlonagusia, que es donde juega el Lemona, es un futbolín ni sus espectadores animan como en Lens o en el Pireo. Los primeros veinte minutos sin ser tan trágicos recordaron al comienzo del segundo periodo ante el Sigma Olomouc. Los celestes estaban fuera de lugar y su rival consciente de que poniendo entrega y corriendo podían lograr la hazaña. El jugador con más clase del conjunto local es Rubén Ruiz. Su habilidad le sirvió para aprovechar dos errores de la zaga olívica y colocar un dos a cero sorpresivo e insultante en el marcador. De paso la megafonía anunciaba que el goleador sería obsequiado en una cafetería del pueblo con un chuletón de buey. Depende de donde, pero en algunos sitios parece que una buena carne motiva más que el dinero. La actitud del cuadro vigués era desastrosa en esos difíciles momentos. Los célticos se veían superados en motivación pero también en sus condiciones deportivas. Juan Velasco que estaba en el centro de la defensa por la izquierda intercambió su posición con Sergio Fernández. Un sólo retoque Ese fue el único retoque del primer tiempo en el que un disparo del sudafricano Benni McCarthy constituyó el único apunte ofensivo. Un solo remate y el Lemona estuvo a punto de hacer un tercer gol que ya hubiese sido definitivo. El descanso sirvió para que los celestes entienderan que peor era imposible hacerlo. La recomposición llevó a Velasco al banquillo y supuso la entrada de Karpin. Esto es, volver al esquema de siempre con Edú en la izquierda. El panorama parecía mejorar aunque no lo suficiente para lograr la clasificación. Eso obligó a la entrada ya desesperada de Henrique Catanha. La solución vino dada por otro parámetro que tenía que ver con el potencial físico de un equipo de Tercera División. Esa baza es la que el Real Club Celta supo aprovechar. El jugador que mejor estaba leyendo el encuentro era el brasileño Doriva y él fue quien desde unos treinta metros hizo un golazo que abría el camino de la remontada. Esta se hizo esperar y la logró Catanha por luchar por un balón en el que erró el portero local en su salida. Con la prórroga lograda el conjunto vigués amarró otros treinta minutos extras. Eran demasiados para un Lemona exhausto que vio como Edú les quitaba la moral en el primer minutos de ese tiempo para evitar la lotería de los penaltis. El Celta salvó una situación límite que hubiera significado un serio revés para las aspiraciones del club.