Un torero con esquís

V. S. A CORUÑA

DEPORTES

Muehlegg dice tener «cuerpo de alemán y mentalidad latina» Juanito dedica sus triunfos al Rey y proclama su madridismo

10 feb 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

Canta Julio Iglesias: «Me gustan las mujeres / me gusta el vino». Habla Juanito: «Me siento latino porque adoro las mujeres y el vino». Juanito se apellida Muehlegg y, en realidad, se llama Johann. Este Julio Iglesias de la nieve ha vuelto a colocar a España en lo más alto del podio de unos Juegos Olímpicos invernales, lo que sólo Francisco Fernández Ochoa había logrado. Paquito se crió en Cercedilla. Juanito, en Marktoberdof. Pero en ambos casos, el himno que sonó fue el español. Nacionalizado en noviembre de 1999, Muehlegg, de 31 años, proclama su adaptación a golpe de tópico: «Me siento como un auténtico torero», declaró el sábado, tras colgarse el oro olímpico en los 30 kilómetros de esquí de fondo. Es su prueba talismán, la que lo convirtió en una gran promesa tras ganar los mundiales júnior de 1989 y 1990. Estos títulos eran lo más brillante de su palmarés hasta que se peleó con el entrenador de la selección alemana y con uno de sus compañeros. La federación no apoyó su cruzada. Johann decidió defender otros colores. Pensó primero en nacionalizarse italiano, pero finalmente se decantó por España. Compitió sin bandera durante la campaña 98-99, en la que ganó el circuito de gran fondo, la Worldloppet. Pero sus grandes triunfos llegaron ya como español, tras adelgazar cuatro kilos al suprimir de su dieta las salchichas y la mantequilla. Un mes después de recibir el DNI, inició en Sappada (Italia) su relación de victorias en la Copa del Mundo, cuya general acabó ganando. Tras este triunfo, la armó. Anunció que se negaba a seguir entrenando a las órdenes de Carlo Petrini, el técnico italiano del equipo español. Se quejó de que le pasaba referencias equivocadas y de que le engañaba a la hora de darle las ceras para los esquís. Llegó a un acuerdo con la federación para ir a su bola. Por libre ha ido en Salt Lake City. Alojado en un hotel con su equipo (El Juanito team, le llama), bien lejos de sus compañeros de selección y de Petrini, al que acusó de emplear «técnicas mafiosas». Cuentan que también lo acompaña una curandera portuguesa que en 1993 le curó, con agua bendita, una diarrea. La federación española soporta a Juanito sus rarezas porque las compensa con triunfos. La temporada pasada fue segundo en la Copa del Mundo y logró la medalla de oro en los 50 kilómetros, estilo libre, de los mundiales. A diecisiete grados bajo cero y con un ojo congelado alzó entonces los brazos como ganador. Es épica esta especialidad. Muehlegg presume de que practica el que es, junto al ciclismo, el deporte más duro. Más de 750 horas de entrenamiento soporta este gigantón «con cuerpo de alemán, pero mentalidad latina», según su definición. Además del oro, el fin de semana le trajo otra alegría: una goleada de su equipo de fútbol. ¿El Bayern de Múnich? No, el Real Madrid.