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Rivaldo y Kluivert mataron el sueño del Dépor en el Camp Nou

La Voz

DEPORTES

Sólo las individualidades entregaron al Barça un partido soberbio El Dépor fue protagonista nuevamente de un espectáculo futbolístico de primer orden. El Camp Nou se disfrazó de Old Trafford para que el Dépor y el Barcelona brindasen otro soberbio partido. Pero, en esta ocasión, la bolsa la llenó el Barça gracias a sus individualidades.

16 feb 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

El sombrero de Rivaldo a Naybet es la clave de un partido que los catalanes tenían cuesta arriba, pero en el que volvieron a entrar tras la jugada del brasileño. Otro duelo de alto voltaje que rompió Tristán. Deiego atendió a los centrales culés en su despacho del área, instalado cómodamente entre la frontal y el punto de penalti, deshizo a Christanval por soleares y se suscribió al gol. Excelente el envío de Víctor por encima del francés. Pero Tristán tenía el día inspirado y entregó a Valerón la llave del partido, con la que El Flaco no atinó a abrir la portería de Reina. El 0-2 pudo cambiar el rumbo del partido. No obstante, el planteamiento valiente de Rexach puso las cosas en su sitio. El Dépor repitió el esquema de Balaídos, pero una cosa es tapar en Vigo con Mauro y Duscher, y otra más compleja es hacerlo en un escenario tan ancho como el Camp Nou. Hay demasiado espacio para asegurar el cierre atrás. Valerón y Tristán eran referencias peligrosas arriba, pero el Barça, fiel a su tridente, tenía un efectivo más. La movilidad de Rivaldo y Kluivert -a la posición de los pivotes y a las dos bandas- no tardó en descolocar a los centrocampistas coruñeses. El Barça, en veinte minutos soberbios, creó sus ocasiones y niveló el marcador. Pero era difícil que los locales pudiesen mantener el ritmo de la primera media hora, trepidante, y el Deportivo recuperó posición y pelota hasta el descanso. Sobre todo desde que Mauro y Duscher comprendieron la irrupción y el desequilibrio de Rivaldo por el centro y le pusieron remedio. Duscher, como Mauro, tiene un magnetismo especial en el centro del campo. Con 22 velas recién encendidas, lo suyo es soltura, no desfachatez. Rivaldo ya lo sabe. El puñetazo encima de la mesa del argentino -todo un carácter- rompió el ritmo al Barça y fue antesala del golazo de Sergio, profeta en su tierra. Una vez más, Víctor al servicio. Una afición como la del Barça ya no cree en fantasmas a estas alturas. Pero anoche se asustó de verdad, porque el de la derrota arrastraba sus pesadas cadenas por el césped. Sin embargo, la sábana blanca se la enfundó Rivaldo para que Saviola y Patrick Kluivert disipasen el temor y el sueño blanquiazul de un nuevo triunfo histórico.