La espantada de Camacho evidencia la falta de previsión de la federación
03 jul 2002 . Actualizado a las 07:00 h.Casi quinientos partidos y un sólo éxito: la Eurocopa de 1964. Excesivas exigencias para tan poca recompensa. Así entienden buena buena parte de los entrenadores españoles de prestigio -Javier Irureta incluido- la experiencia de dirigir a la selección española. Demasiada presión mediática para un banquillo que quema y del que sus últimos inquilinos -Luis Suárez, Vicente Miera, Javier Clemente y Camacho- no han salido demasiado bien parados. A poco más de un mes del comienzo de la fase de clasificación para la Eurocopa de Portugal-2004, la escasamente aclarada espantada de José Antonio Camacho cogió por sorpresa a todo a los órganos federativos. La única respuesta posible: confirmar la interinidad de Iñaki Sáez. Más por impulso de la necesidad que por otra cosa. ¿Y después? Lo lógico es pensar que los resultados serán los que decidan el futuro de Sáez o la incorporación el próximo verano -o después de la Eurocopa- de un sustituto de prestigio. Las primeras opciones: Luis Aragonés y Javier Irureta. El tapado: Mané. Banquillo nervioso De cualquier forma, no parece un banquillo cómodo. ¿Están dispuestos a empeñar su prestigio los actuales entrenadores del Deportivo o del Atlético de Madrid? La selección parece apetecible para técnicos dispuestos a dar un impulso a su carrera -en ese sentido, han sonado los nombres de Benito Floro o de Azkargorta-, pero difícilmente a corto plazo Ángel Villar podrá solucionar su absoluta falta de previsión. La respuesta de Jesús Gil ante los rumores sobre la posibilidad de que Luis se hiciera cargo de forma inmediata de la selección es lo suficientemente clarificadora: la federación no se atreve a echar un pulso a los clubes. También Irureta, a través de la página web del Deportivo, mostró la misma contundencia. La patata caliente para un Villar al que los resultados pueden pasar factura.