Pandiani, que fue basurero cuando era jugador aficionado, apunta al Pichichi con siete goles en cuatro partidos y mete miedo hasta al Deportivo, al que se podrá enfrentar el domingo
24 nov 2002 . Actualizado a las 06:00 h.De cabeza al éxito marcha Walter Pandiani. Otro testarazo lo ha colocado a la estela de Makaay, el Pichichi provisional. Siete goles en los últimos cuatro partidos suma el que era hasta el verano, antes de ser cedido al Mallorca, tercer delantero del Dépor. El Rifle , como fue bautizado por un ex compañero de Peñarol, ha pasado de apagafuegos ocasional a cabeza de cartel. La clave de la mutación hay que buscarla en los minutos y en Gregorio Manzano, un entrenador licenciado en Psicología que le ha mimado el oído. «Con Manzano he hablado en dos meses diez veces más que con Irureta en dos años», declaró Walter hace unas semanas. El técnico lo mantuvo en la titularidad pese a que vivió siete jornadas de ceguera anotadora, zanjada con un pim ( hat trick en Zorrilla), pam (dos goles al Alavés), pum (otro al Racing), pim (el séptimo, ayer, al Villarreal). Es un superviviente Walter Pandiani (Montevideo, 1976). Conoce el pozo futbolístico. Y el del alma también. Su vida tocó fondo en 1993: murió su padre, la economía familiar se desmoronó y Walter, que jugaba en el Atlético Basañez, quiso dejar el fútbol. Su madre, cuentan que llorando, le rogó que no lo hiciese. Obedeció. Supo aliñar el trabajo con su pasión. Fue vigilante de seguridad, basurero y mensajero hasta que su entonces técnico le convenció de que dejase la moto: «Véndela», le dijo. Y obedeció. Deslumbró en un amistoso ante Peñarol, que lo acabó fichando. En el clásico uruguayo afinó su rifle antes de llegar a España. Riazor lo recibió con prejuicios. Era uruguayo, como Abreu y Manteca , los dos últimos fichajes-gag de Lendoiro. Se ganó a Irureta en la pretemporada, que le dio un dorsal contra pronóstico, y después conquistó Riazor con goles salvadores: memorable aquella noche en que firmó tres que ayudaron a remontar un 0-3 al PSG en la Champions . Punta combativo, de los que se rebaja a defender, destaca por su gama de remates y por su poderío aéreo. Se eleva a 90 centímetros del suelo, herencia del pasado, pues fue campeón uruguayo de voley a dos. El domingo volverá a A Coruña, la ciudad de su Dépor, donde nació su tercer hijo. Podrá jugar, según confirmó ayer un portavoz del club gallego. Al parecer, es una de las condiciones del traspaso de Luque. Ha cruzado una apuesta con sus compañeros: si no ganan en Riazor, les paga una cena. ¿Estamos antes un nuevo caso Munitis ? Quizá, lo que es seguro es que estamos ante una vida de ciencia-ficción, género al que Walter es aficionado: del vertedero a la alfombra verde del éxito.