Tres triples de González llevaron a los celestes a romper el maleficio foráneo
02 abr 2003 . Actualizado a las 07:00 h.El aire del Barris Nord quema. En este infierno de Lleida, cuando dos equipos llegan igualados, no es fácil ponerse a botar un balón y llevarse algo que más de cuatro mil enfervorizados seguidores consideran suyo. El Breo ya había dejado apuntes de equipo invulnerable ante tal despliegue ambiental. Lo hizo en Fuenlabrada, otra pista caldeadita. Desde entonces, nada de nada. Sería la lección de Pamesa, que le impulsó a crecerse ante tanta adversidad; pero cuando la soga apretaba, con 71-73, Casadevall diseñó una jugada para congelar un recinto que se venía abajo. Lewis se metió al poste, se giró y de forma valiente mató el partido. Era el colofón a una tarde aciaga para el baloncesto, pero colosal en valores emocionales. Los dos equipos se jugaban olvidar la pelea por la permanencia y estirar el cuello en busca de los puestos nobles. Y la salida fue penosa. Las pérdidas y mala selección del tiro dibujaban un panorama desolador. Dumas parecía un internacional manejando a su equipo. El cuadro celeste se metió en el partido como si aún estuviera bajo los efectos de la fiesta valenciana. Y recibió un sopapo (19-4), que le costó horrores recuperar. Racca volvía a su línea errática y Davis, muy cabreado con Sanmartín en un par de acciones, estaba ausente. Lleida es un equipo que juega a rachas y esa era la peor noticia para un plantel tan irregular como el gallego. Torres tejió una telaraña en torno a los interiores celestes y no había manera de que el balón saliera de ella, así que una vez que lo atrapaba, los jugadores del Caprabo salían como balas. En la segunda parte el panorama cambió. Casadevall metió en pista a Lewis, que ordenó de forma magistral el atropellado ataque visitante, y González, que abrió el campo de forma soberbia. Tres triples suyos sentenciaron la contienda: 64-73. Está claro que esta plantilla no sabe ganar sin sufrir. Dos arreones de Dumas acercaron a los locales hasta un inquietante 71-73, pero ahí surgió Davis con dos acciones de cara en uno contra uno y, sobre todo, la puntilla de Lewis.