
Con una carrera en la élite de España, Estados Unidos y Portugal, el meta del Arteixo afronta nuevos retos: «Soy muy afortunado por entrenarme con compañeros que me alimentan el sueño de triunfar»
18 dic 2003 . Actualizado a las 06:00 h.Carou es un pionero. Su éxito demuestra que el Dépor y el Celta no son las únicas salidas posibles para un futbolista gallego con ganas de triunfar. Formado en un colegio con «tanta tradición futbolística como el Salesianos de A Coruña» -afirma-, escaló peldaño a peldaño hacia la Primera División: Orillamar, Sada (en Tercera), Bergantiños, As Pontes (Segunda B) y, por fin, Rayo Vallecano y Valladolid. Luego llegó su aventura de tres años y medio en Estados Unidos (Metrostars y Long Island Rough Riders) y en Portugal (Chaves). Ahora, en el Arteixo, regresa a casa. -El Fabril me intentó firmar varias vaces, pero nunca coincidimos. La primera vez, yo estaba interno en Santiago y, más tarde, me volvieron a llamar, pero por edades no podía pasar de un determinado sueldo y me decidí por el Bergantiños. -¿Coincidió con los Ruiz Mateos en el Rayo? -Don José María me marcó por su capacidad de trabajo. Es una persona dialogante e inteligente, que escucha y luego dicta. Igual que doña María Teresa. Allí tuve de entrenador a Camacho, un profesional competitivo al máximo, en sus entrenamiento hasta para beber había que llegar el primero. -Allí jugó al lado de Polster, Hugo Sánchez, Onésimo,... ¿es muy diferente la Tercera División y la Primera? -Sí, ya desde que sales del estadio en un autocar con escolta. ¿El juego? Hay más espacios, los futbolistas son más técnicos... Pero ahora, con 35 años y en el Arteixo, disfruto más los detalles pequeños de los domingos. -¿Se marchó a Estados Unidos porque quería vivir el fútbol de otra manera? -Pero si sólo sabía decir hello, my name is Carou (se ríe). Hugo estaba jugando allí, yo conocía su experiencia y me atraía bastante, ya había ido de vacaciones, así que pedí la rescisión de mi contrato en Valladolid. Acerté de pleno. -¿Qué le marcó más? -Su forma de ver la vida y la amistad. Me integré completamente. Estuve tres años y medio, pero me carteo constantemente con gente de allá y vienen a visitarme. Hice amigos de verdad. -¿Le pudo la «morriña» y se vino a Portugal? -Es que eso de estar a dos horas de casa... Era el momento, o me venía o me quedaba para siempre, y la Liga lusa no es tan completa como la española, pero es fisicamente muy fuerte. Hasta en los entrenamientos está arraigado entrenar con espinilleras. -¿Qué retos le quedan? -Montar mi negocio (se ríe), encaminar mi vida. ¿Ligado al fútbol? Me gustaría entrenar a porteros, en Estados Unidos estaba en el programa olímpico y me siento capaz de enseñar esta experiencia. -¿Y ascender a Segunda B con el Arteixo? -El objetivo es meterse entre los cuatro primeros. No debemos obsesionarnos.