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El Breogán ganó al Inelga con un juego áspero y poco vistoso

Manuel García Reigosa
M. G. Reigosa SANTIAGO

DEPORTES

XOÁN A. SOLER

Dominó debajo de los aros y apenas tuvo lanzamiento exterior.

05 sep 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

El Breogán impuso la lógica y se llevó para sus vitrinas la Copa Galicia. Ganó, pero no enamoró, frente a un Inelga que aguantó el tipo hasta los últimos compases del tercer cuarto. De un 46-43 a falta de poco más de doce minutos para la conclusión del partido se pasó el definitivo 74-57. El colectivo de Moncho López se impuso porque lo contrario sería muy díficil de explicar. Por centímetros, kilos, presupuesto y banquillo las distancias entre un equipo ACB y otro de EBA son enormes. Sobre la pista, por momentos, no parecieron tantas. El Leche Río Breogán trabajó bien en defensa pero apenas pudo correr al contragolpe. Su juego de perímetro no funcionó. Prueba de ello, la tarjeta de Charlie Bell, llamado a ser la ametralladora lucense. Anotó seis tiros libres sin fallo, pero erró cinco triples y sólo convirtió uno de sus cuatro lanzamientos de dos. Ostojic, excesivamente penalizado por las faltas personales, tampoco dejó grandes detalles. Si acaso, su envergadura y su capacidad para pasar el balón. El protagonismo recayó en jugadores de un perfil más industrioso. Ricardo González fue el más acertado en ataque y Alzamora, el que mejor se manejó cerca de los tableros. Resistencia arousana El Inelga, pese a la derrota, completó un gran partido. Aguantó todos los arreones lucenses hasta que ya no pudo más, hacia el final del tercer cuarto. El conjunto que dirige Chiqui Barrosse fajó en defensa, multiplicando las ayudas para contrarrestar el mayor poderío del rival. En ataque, se desenvolvió con paciencia en la búsqueda de tiros fáciles. Rodríguez, el mejor de su equipo, y Ureña hicieron muchos puntos en las proximidades del aro. Pero, como le ocurrió al Breogán, al Inelga le falló el tiro exterior. Los de Vilagarcía sólo convirtieron dos de sus doce lanzamientos triples. El Leche Río, tres de veintiuno. Bien porque se la acabaro las ideas o bien porque era muy difícil aguantar el ritmo, en el último cuarto se rompió el partido. El Breogán pudo correr y, anotando canastas fáciles, ensanchó las diferencias.