El club fue disuelto hace doce años y renació en Tercera.
21 oct 2004 . Actualizado a las 07:00 h.El Málaga todavía paga su descenso hacia los infiernos del fútbol español doce años después. En 1992 una deuda cifrada en 2.429 millones de pesetas lo arrastró a la Tercera División. La venta de su estadio y su meteórico retorno a la élite lastran ahora el presente de una entidad otra vez acuciada por un déficit galopante a ojos de la Liga de Fútbol Profesional, que ya lo ha advertido. El fantasma de la disolución no termina de abandonar a los blanquizules. El 27 de julio de 1992, tras una asamblea de apenas veinte minutos, la falta de candidatos a la presidencia provocó que la junta gestora entregase a los 22 empleados del club la carta de despido y rubricase la disolución del club. El descenso a Segunda B, consumado tras una última derrota ante el Compostela en un campo de La Rosaleda a reventar, sentenció un club convulsionado y en el que hasta sus jugadores habían protagonizado diez días antes un encierro en el vestuario. En ausencia del Málaga, el Atlético Malagueño, de Tercera División, tomó las riendas del fútbol en la ciudad andaluza. Aunque en la práctica venía ejerciendo como filial del inquilino de La Rosaleda, legalmente constaba como un club diferente, por lo que esos 2.429 millones de pesetas de deuda de su hermano mayor no podían ponerle en peligro. Nadie se extrañó cuando, al final de la campaña 1993-1994, un grupo de socios impulsó el cambio de nombre de la entidad por el actual de Málaga Club de Fútbol, diferente, por tanto, al extinto Club Deportivo Málaga. Tal y como recordaba Vicente Leirachá en su comentario del 28 de abril del 2002, el Málaga CF es uno más entre los equipos representativos de esa ciudad después de que incluso llegase a jugar en Riazor con el nombre de Malacitano. «No es novedad -argumentaba-, cuando un club ya no podía con las deudas se le dejaba morir y nacía otro». La desaparición del CD Málaga se cobró su primera víctima en 1994. El 25 de enero, tras una infinidad de subastas, el Banco Hipotecario se adjudicó la propiedad del estadio, del que incluso llegó a expulsar a su inquilino de entones, el Atlético Malagueño, que tuvo que mudarse a otros terrenos para concluir la temporada. Poco después, en febrero de 1995, el Ayuntamiento, la Diputación locales, junto a la Junta de Andalucía compraron el campo por unos 300 millones de pesetas, al tiempo que autorizaron su uso al recién constituido Málaga CF. La pasada temporada, propietarios y club firmaron un convenio de alquiler de las instalaciones por los próximos 25 años, durante cada uno de los que el club pagará 180.000 euros. El deseo latente del actual presidente Serafín Roldán es que el estadio vuelva a pertenecer al Málaga, pero la situación económica de la entidad, con un déficit en torno a los 20 millones de euros -lejos, no obstante, de los 178 millones reconocidos por el Dépor-, impide alcanzar esa meta a corto plazo. El regreso a La Rosaleda devolvió al primer plano los éxitos deportivos blanquiazules: en la temporada 1999-2000 debutó en la Primera División, tras un fugaz paso por la Segunda y la Segunda B, y en la 2002-2003 cayó en los cuartos de final de la Copa de la UEFA.