Mestalla despidió con pitos a su equipo tras comprobar que el Valencia sigue sin encontrar la senda de la victoria y sin demostrar ningún síntoma de mejora.
31 oct 2004 . Actualizado a las 06:00 h.Los 'ché' empataron contra el Atlético de Madrid en un horroroso partido en donde se produjo el susto de la jornada y de la Liga. Pablo Aimar, que volvía a la titular, cayó inconsciente tras recibir una patada involuntaria del central rojiblanco, Pablo. La mala suerte ha decidido quedarse con Aimar durante un tiempo. Cuando mejor estaba jugando contra el Anderlecht en Liga de Campeones, dando un pase de gol a Di Vaio, se lesionó en su pierna derecha. Ahora, titular, un mal golpe de Pablo en la cara le dejó inconsciente, tirado en el área atlética. El público enmudeció ante la cara de preocupación y los gestos alarmistas de los jugadores. Los casos de Foé, Feher o Serginho estaban demasiados cercanos. Los médicos del Valencia llegaron raudos a donde estaba Aimar, que no podía respirar porque la lengua le obstruía la garganta. Rápidamente, le colocaron un tubo de Guedel para que el aire llegara a los pulmones y una venda para tapar la sangre que le brotaba de una herida bucal. Con la acción de los galenos, Aimar recuperó enseguida la consciencia, aunque estaba completamente desorientado. La patada del central colchonero le costó al delantero 'ché' varios dientes y el traslado al hospital '9 de Octubre' para una revisión más profunda. Mal encuentro De vuelta a la normalidad deportiva, el Valencia comenzó con ímpetu, queriendo demostrar a su afición (que recibió con aplausos a sus jugadores) que no se les había olvidado el fútbol. Los hombres de Ranieri presionaban con la misma precisión e igual efectividad que la temporada pasada. Pero fue un espejismo. Poco a poco el equipo 'ché' volvió a ser ese conjunto de los errores que no ha ganado ningún encuentro de los últimos seis que ha disputado. Las imprecisiones se multiplicaban, para desesperación del entrenador italiano. Al igual que César Ferrando, que se desgañitaba en la banda corrigiendo constantemente a sus hombres. Los rojiblancos emularon a sus compañeros de profesión y se unieron a la fiesta del despropósito. No eran capaces de dar cinco pases seguidos. Y menos tirar a puerta. Leo Franco y Santiago Cañizares eran unos espectadores más en el bronco y soporífero partido. Sin embargo, el guardameta argentino se convirtió en protagonista. Franco salió fuera del área para despejar un balón dirigido a Di Vio, que botó y superó al sudamericano. El italiano tiró a puerta y la defensa sacó el esférico. Pero no pudo evitar el segundo tiro de Angulo en otro error garrafal de la inoperante zaga madrileña que no defendió al único delantero que había acudido al rechace. Pero los defensas locales también quisieron emular a sus colegas colchoneros. Torres recoge un balón bien servido por Simeone entre cuatro defensas, que fueron incapaces de parar el único disparo de 'El Niño' entre los tres palos. Lo dicho. El partido de los despropósitos.