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En el último minuto Solari maquilló una derrota sonrojante.
13 mar 2005 . Actualizado a las 06:00 h.El Real Madrid prosiguió su caída libre en Getafe, donde sufrió una derrota histórica que deja al Barcelona el camino todavía más expedito hacia la consecución del título de Liga, con once puntos de ventaja y 33 por disputarse. Anímica y físicamente destrozados, los blancos deambularon como alma en pena por el Alfonso Pérez y fueron barridos del campo por un ilusionante y modesto equipo que huye casi definitivamente del descenso. El golazo final de Solari, que ni siquiera lo celebró, sólo maquilló la sonrojante derrota. Seguro que Quique Sánchez Flores, quien impartió una lección magistral ante la mirada atónita de los dirigentes del club donde no pudo pasar de entrenar al juvenil, disfrutó de pocos partidos tan tranquilos como éste en toda la temporada. Su equipo jugó con fe, convicción, autoestima y seguridad en sus posibilidades. El Madrid tuvo un arranque prometedor. Con Guti participativo, pareció dominar la situación, aunque ya mantuvo los clásicos vicios de no romper por banda y no saber jugar sin balón, rémoras que se acentuaron a lo largo del partido. Ese empuje le duró justo 17 minutos, lo que tardó Aragoneses, fenomenal, en reivindicarse tras un tiro de Raúl. El Getafe se vino arriba y jugó sus bazas con inteligencia y precisión. Atrás se juntaba bien y, cuando robaba, jamás despreciaba el toque, la distracción del rival y las incorporaciones por banda. Un saque de esquina lanzado por Gica dio el primer susto a los merengues. A partir de ahí, David bailó a Goliat hasta sacarle los colores de la impotencia. Ahora Cotelo lanza desviado, luego Gica obliga a lucirse a Iker y más tarde Albiol, el canterano del Valencia al que meses atrás le extirparon el bazo a causa de grave accidente de tráfico, aprovecha un error en el despeje de Helguera para fusilar con la zurda a Casillas. Por si quedaba alguna duda del claro triunfo local, Riki, un jugador formado en la Ciudad Deportiva blanca, cerró el duelo en el arranque de la segunda mitad. Aún quedaban la entrada a destiempo de Gravesen a Gabi, que terminó con el centrocampista cedido por el Atlético retirado en camilla, el tardío castigo de Luxemburgo a Raúl Bravo, Figo y Zidane, desaparecidos, y el tremendo disparo de Solari que dio algo de suspense al final.