El Mallorca de Manzano pagó su exceso de conservadurismo
21 ene 2007 . Actualizado a las 06:00 h.Un golpe franco ejecutado con maestría por Reyes, que el resto del partido fue un desastre, permitió al rejuvenecido Real Madrid seguir agarrado con fuerza al tren de la Liga y castigar el conservadurismo de un Mallorca que por algo sólo ha sido capaz de vencer en casa al Espanyol, y de eso hace casi cuatro meses. Una acción aislada a balón parado decidió un pobre partido en el que, ciertamente, los blancos merecieron ganar a los tres puntos en juego. Por culpa de lesiones y polémicas marginaciones, Capello volvió a confiar en los nuevos, en el soplo de aire fresco que suponen Gago e Higuaín, quien dejó el mejor detalle blanco en el primer período al hacer un gran control en carrera, aunque luego disparó mal y permitió lucirse a Moyá. A renglón seguido, el portero local tuvo un exceso de vista y se salvó por el larguero de un testarazo de Sergio Ramos. Fueron las aproximaciones más peligrosas antes del descanso del Madrid, al que fallaron Reyes y Robinho una vez más. Sólo Ibagaza Al final, Capello prefirió cambiar de lado a Miguel Torres, cada vez más afianzado, que dar entrada a Raúl Bravo. Por ese costado lo intentó el Mallorca, pero a Valera le sobra ímpetu y le falta calidad. En tiempos de penuria, Manzano prefiere el músculo a la calidad, la contención al riesgo. Salvo Ibagaza, un superclase cuando juega motivado y está en buen tono físico, se decanta por los gladiadores. Sorprende ver en el banquillo bermellón al venezolano Arango y a Jankovic. El Caño apareció por todos lados pero sólo podía combinar con Valera o con Maxi López, un tanque sin temple y obsesionado con disparar desde cualquier posición. Echaban en falta los baleares la incorporación de más centrocampistas. Dominio blanco El Madrid metió una marcha más en la reanudación y ejerció un claro dominio territorial, en gran parte también porque el Mallorca se replegó en exceso. Van Nistelrooy avisó enseguida y Diarra erró una ocasión pintiparada. Solo en el área pequeña, la sacó de cabeza como un defensa. Se lastimó Ramos un tobillo y Capello hizo otro gesto que esta vez dejó damnificado a Salgado. Manzano, miedoso, sacó al terreno por fin a Arango. Un mensaje de debilidad ante su gente. Y cuando el partido se desvanecía entre discusiones, llegó una falta innecesaria y el golazo de Reyes. No había otra forma de resolver el duelo. Un dato revelador: salvo Iker, Helguera, al que en verano Capello no daba Capello dorsal, fue el único de los antiguos que acabó en el once merengue.