El Dépor dice adiós a la Copa ante un Sevilla muy superior

La Voz

DEPORTES

Un gol de Duda en el minuto 3 dinamitó todas las opciones

09 may 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

Tres minutos tardó en cantar el Pizjuán «Sí ,sí, sí, nos vamos a Madrid». Durante ciento ochenta segundos, el Deportivo plantó cara al finalista de la UEFA y, desde ayer, también de la Copa del Rey. Al final, 2-0. De la presión inicial que caracteriza al equipo coruñés, nada de nada. Andrade y De Guzmán se saltaron la clase en la que se explicaba que a este Sevilla no se le pueden dar facilidades. Por eso, a los tres minutos, el luso y el canadiense cazaron de forma consecutiva en la frontal del área a Chevantón. Duda con la zurda lanzó un libre directo que Munúa no pudo atajar. Uno a cero. El Dépor necesitaba ya cuatro goles. Es cierto que lo tenían complicado, casi imposible, los blanquiazules, pero además, si ya no queda ni la moral del Alcoyano, toca sufrir. Y el Sevilla es un torturador del balompié. Cada taconazo, todas las paredes, los incontables amagos y desmarques, y el variado repertorio de disparos de media y larga distancia eran bofetadas en las ilusiones deportivistas. La máquina sevillista decidió que sobraban los ochenta y siete minutos restantes y se dedicó a engrasar sus piezas, jugando con la posesión del balón. El Dépor contestó por primera vez al dominio local con una falta directa lanzada por Cristian que tocó la escuadra de la portería de Palop. Al Deportivo le faltó energía en su presión para romper el ritmo del Sevilla, verticalidad y rapidez mental en una salida del balón demasiado dependiente de los hombres de atrás. Los de Juande pensaban ya en Glasgow y en la Liga, y la falta de intensidad contagiada por el Deportivo más el calor hizo del partido un bolo veraniego. Los coruñeses nunca inquietaron a Palop y las ocasiones claras del Sevilla demostraban su superioridad. El gol de Chevantón fue el colmo. El debut de Fazio, la guinda. Demasiada desigualdad entre ambos conjuntos. El equipo coruñés mejoró un poco con la entrada de Verdú, que garantizaba mejor criterio con el balón en los pies. También colaboró un poco Juande, al realizar los cambios para dosificar el desgaste de su plantilla. Por fin, el partido murió de inanición. Joaquín Caparrós había hablado en la previa de «darlo todo» y de «orgullo personal y profesional». La imagen ofrecida por el Deportivo en el conjunto de la eliminatoria no fue precisamente plausible. El pase a la final se jugó a un partido y se resolvió con un global de 5-0. Tras cuarenta y cinco años, el Sevilla opta de nuevo al título.