Rasmussen se exhibe, Pereiro resiste y Vinokourov sufre

La Voz

DEPORTES

STEFANO RELLANDINI

Valverde, el mejor de los favoritos, saca un minuto al gallego

15 jul 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

En la meta de Tignes, mientras Michael Rasmussen se convertía en el centro del universo del Tour, una voz con acento mexicano repetía: «¡Vas a ver a papito!». Era Karisa, ex ciclista profesional y esposa de Rasmussen. El danés le había sugerido a su mujer que viniera ayer al Tour y que no perdiera ningún detalle. Había anotado Tignes en su agenda. Karisa y su hijo Milo vieron a Rasmussen reinando de nuevo en las cumbres tras una exhibición. Al vencedor no le bastaba con su ya habitual maillot de puntos. Ayer se enfundó el amarillo. «El Rasmussen de los Tours ha vuelto. Yo no he podido seguirlo, ha puesto un ritmo asfixiante», avisaba David Arroyo, del Caisse d'Epargne. El vencedor corrió fuera de la órbita del resto del pelotón. Lejos del alcance de los favoritos. Tras una fuga de 17 corredores, llevó el peso de la carrera hasta que se quedó solo. Por detrás, se desencadenaba la primera gran batalla. Fueron el francés Christophe Moreau e Iban Mayo los que rasgaron el paquete de ilustres con sus ataques. Y se llevaron consigo a hombres como Alejandro Valverde, Cadel Evans, Alberto Contador y Andrey Kashechkin. Óscar Pereiro se quedaba rezagado junto con Menchov, Sastre, Vinokourov y Kloden. Por delante, al final atacó Valverde. Atrás, abrió hueco Sastre y se fue con él Menchov. Pereiro dejó atrás a los Astana, que esta vez sí dieron síntomas de debilidad. El gallego, a su ritmo, superó el test y cedió un minuto con respecto a Valverde, Evans y Kashechkin. Pero hay un nuevo aspirante. Rasmussen. El pelotón se preguntaba ayer si este gran escalador y hasta ahora mal contrarrelojista, podrá hacer que prevalezcan su virtud sobre su defecto. ¿Es peligroso este líder? «Soy un escalador puro -confesaba casi con resignación-, quedan dos cronos que suman cien kilómetros, por lo que para ganar el Tour yo tendría que hacer las mejores escaladas de mi vida». Rasmussen, de 33 años, ya había logrado dos victorias de otros tiempos en el Tour y dos maillots de la montaña. Venció en el 2005 en Mulhouse y ganó en el 2006 en la Toussuire, en aquella etapa en la que se hundió Landis y Pereiro recuperó el amarillo. Pero el danés recordaba ayer que la Grande Boucle es cruel. «Rocé el podio una vez, pero en la última crono hice demasiadas visitas al asfalto y perdí todas mis opciones», señalaba. Era en el 2005. Rasmussen partió era tercero en la general. Pero sufrió dos caídas y tuvo que cambiar tres veces su bicicleta. Acabó séptimo. Los temores de Rasmussen con respecto a la crono y al infortunio son fundados. Y más si se tiene en cuenta el parte de bajas de la etapa de ayer. El descenso del Roselend fue una auténtica sangría. Arroyo salía despedido por encima del quitamiedos. Niermann (Rabobank) recibió tres puntos de sutura en un codo. Wegelius (Liquigas) sufrió contusiones múltiples y Michael Rogers (T-Mobile) abandonaba entre lágrimas después de una caída. Antes de bajarse de la bicicleta era el líder virtual. Y McEwen llegaba fuera de control. Por lo menos, hoy toca descanso.