Los filtros de la Federación Gallega de Automovilismo para participar en el campeonato autonómico de asfalto se reducen a una fotocopia del DNI y el ingreso de 300 euros en una cuenta corriente. En cambio, la federación española es bastante más exigente a la hora de evaluar las capacidades físicas del aspirante a piloto. Así, para obtener la licencia a nivel nacional se exige un certificado médico con un electrocardiograma adjunto en la primera tramitación, y también a la edad de 30, 35 y 40 años. Para los mayores de 45, la prueba se exige cada dos años. El control médico incluye además un examen de visión y otro ortopédico, así como una valoración psicológica. Y, a riesgo de evitar certificados fraudulentos, la comisión médica de la federación «podrá verificar en cualquier momento durante la vigencia de la licencia, los datos médicos que constataron en su obtención».
Si bien todas las federaciones autonómicas exigen lo mismo que la gallega, la mayoría de ellas permiten a sus pilotos participar en sus ralis con la licencia nacional, cosa que no ocurre en Galicia. Aquí, un piloto que quiera disputar el Rali de Ourense (que se corre este fin de semana y pertenece al campeonato de España) y el Sur do Condado (del campeonato gallego) deberá abonar el importe de dos licencias: 300 euros la autonómica y 330 la nacional.
Después del grave accidente ocurrido el pasado sábado en Narón, donde la acción negligente de un piloto novel pudo acabar en tragedia, se ha abierto el debate sobre la preparación de los participantes y los requisitos exigidos por el organismo federativo, cuyo presidente, Iván Corral, declinó hacer declaraciones a este periódico. Para la consecución de la licencia de piloto, la federación ni siquiera exige la presentación del carné de conducir, si bien este siempre es reclamado por la organización y la autoridad policial o la Guardia Civil en la jornada de verificación. Pero no hay ninguna evaluación médica de por medio. Ni en Galicia ni a nivel nacional se evalúa la pericia del piloto antes de entregarle la licencia, su capacidad para dominar una máquina a grandes velocidades solo se descubre el día de la prueba. «Lo que haría falta son exámenes psicológicos», espeta Moncho Padín, organizador del Rali de Narón que, pese a las celosas medidas de seguridad, resultó una prueba bastante accidentada. La lista de inscritos se disparaba a los 133 participantes, una cifra que incrementa las probabilidades de accidente. «El coche número 1 también se puede estrellar pero es evidente que, cuantos más coches participan más riesgos hay», señala Padín. La federación autonómica no permite a las escuderías organizadoras rechazar inscritos por debajo de los 150. «A más pilotos, más licencias y, por lo tanto, más dinero», añade Padín, quien considera que el rali ideal debería tener ochenta vehículos «pero en ningún caso pasar de los cien». Y lo argumenta: «El aficionado que va a un tramo padece atascos y luego no se puede mover de allí hasta que pase el último coche. Si hay 140 se pasa allí cinco horas, y es entonces cuando se baja la guardia y puede provocar accidentes».