Valverde se hunde y Cadel Evans se viste de amarillo en Hautacam

DEPORTES

El murciano y Pereiro se descolgaron en el Tourmalet y ahora están muy lejos de los favoritos en la general

15 jul 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Hautacam fue el final. La sentencia para las aspiraciones de Alejandro Valverde. Mientras avistaban las rampas del gigante de la montaña, el murciano, el gallego Óscar Pereiro y el italiano Damiano Cunego (Lampre) perdieron de vista el podio ayer, en la etapa reina de los Pirineos. Allí arriba, Leonardo Piepoli lograba, a sus 37 años, su primer triunfo en el Tour. Y el australiano Cadel Evans no podía reprimir las lágrimas al enfundarse el maillot amarillo. Evans llegó acompañado de Denis Menchov (Rabobank), Carlos Sastre (CSC) y Ricardo Riccò (Saunier), el grupo de favoritos que sobrevivió a la primera gran criba de la ronda francesa. Sastre, que ahora ocupa la sexta plaza, es la baza española de cara al podio de París.

La jornada se coció al fuego de la estrategia del CSC y la exhibición de fuerza del Saunier en la montaña. Hautacam fue el final, pero todo comenzó en el Tourmalet. El penúltimo puerto se convirtió en el principio del fin para la aventura del Caisse d'Epargne en la general. Allí empezaron a sonar las trompetas del Apocalipsis para el equipo de Eusebio Unzué. Tras una primera semana quizás demasiado pletórica, al equipo español se le vino encima la carrera en el Tourmalet. Fue entonces cuando el CSC comenzó a quemar sus naves. Después de la primera embestida del Saunier, la formación danesa comenzó a tirar y a seleccionar a los elegidos. Sorensen y Voigt avivaron el ritmo y fueron cayendo Cunego, Valverde, Pereiro, Samuel Sánchez... Por delante, infiltrado en una escapada en la que también estaba Óscar Freire (Rabobank), aguardaba otro compañero de Sastre, Fabian Cancellara. Y más adelante, avanzaba el francés Remy di Gregorio (FDJ), que coronó el puerto en primera posición.

Valverde y Pereiro cedían 50 segundos en la cima. Parecía factible recuperar en el llano, de camino a Hautacam. Pero entonces Cancellara se dejó caer para unirse a su jefe de filas. Y cabalgó como en una crono para aumentar la ventaja.

Valverde y Pereiro llegaron a las faldas del Hautacam sin posibilidades de unirse al grupo de favoritos, que se rindió a la exhibición del Saunier Duval. Cobo, Piepoli (Saunier) y Frank Schleck (CSC) abrieron brecha. Por detrás, Sastre, Menchov, Riccò y Evans se vigilaban y probaban. Moisés Dueñas (Barloworld) y Vandevelde (Garmin) ejercían de testigos de lujo. Se mascaba un ataque de Riccò, otro zarpazo mortal en cualquier rampa. Pero, después de su exhibición del domingo, el italiano no rindió un nuevo homenaje a Pantani. El italiano confesó tras cruzar la línea de meta que pagó alegrías pasadas. Por eso los grandes aspirantes al amarillo llegaron juntos a meta, donde ya habían levantado los brazos Piepoli, el ganador de la etapa, y su compañero Cobo. El mayor de los Schleck entró a continuación y se quedó a solo un segundo del liderato.

Evans, de los nervios en jornadas anteriores, rodeado de guardaespaldas y magullado por las caídas, alcanzó su añorado amarillo. Y Valverde bajó a tierra arrastrado por sus circunstancias. Es un gran ciclista acostumbrado al triunfo desde niño. Un vaquero presto a desenfundar. Un corredor efervescente, temible en pruebas de un día o vueltas cortas, pero empujado por el fervor popular a las fauces del Tour. Como decía Echavarri, es el Tour el que elige a sus corredores y no al revés.

El pelotón descansará hoy en Pau, donde rumiará los éxitos y las decepciones de ayer. Pereiro tendrá más libertad para la aventura al librarse de ataduras de la general propias y ajenas. Y queda casi todo un Tour.