El COI hará más de 4.500 controles antidopaje durante los Juegos Olímpicos de Pekín, incluidos 1.300 en las fechas previas a la inauguración, un esfuerzo sin precedentes destinado a barrer del mapa a los tramposos. Con la intención de disuadirles y animarles a renunciar a los Juegos, el organismo anunció en mayo una nueva normativa antidopaje que permitirá hacer más de un control diario a un mismo atleta, sancionará la mera posesión de cualquier sustancia prohibida y aumentará de cinco a siete los controles después de cada competición.
Además, en junio acordó que todo deportista que dé positivo en un control y sea sancionado con una suspensión superior a los seis meses será declarado por el COI «no elegible» para competir en Juegos Olímpicos durante un período de cuatro años. Por tanto, si un deportista es sancionado por dopaje en los Juegos de Pekín, automáticamente quedará descalificado para participar en Londres 2012.
La dureza de estas medidas se tradujo inmediatamente en la intensificación de los controles en el ámbito nacional, con suspensiones de grupos llamativamente grandes de deportistas en Rusia (atletismo) o Bulgaria (halterofilia).