Sara Álvarez colecciona títulos de yudo con la misma velocidad que emplea para solventar sus combates, como el que le dio el domingo el cetro continental júnior
17 sep 2008 . Actualizado a las 17:21 h.En el mismo tiempo que Sara Álvarez empleó el pasado domingo para ganar -con 17 años- su primer título de campeona de Europa sub 20 de yudo en más de 78 kilogramos, un atleta da poco más de media vuelta a un estadio; un nadador, apenas completa un largo a una piscina olímpica. Ella tardó dos segundos en tumbar a su rival, la bielorrusa Maryna Slutskaya, volteándola sobre su cabeza, y 25 en inmovilizarla sobre el tatami y colgarse el oro con un ipón soremade. «Aunque no hubiera ganado, mereció la pena», decía su entrenador, Miguel Blanco, que no pudo ocultar su orgullo cuando el lunes fue a recibirla al aeropuerto de Alvedro de vuelta de Varsovia.
Pelear por una medalla era hace una semana una ilusión (Sara y Miguel lo comentaban con naturalidad, sabedores de que no hablaban de utopías, sino de un objetivo concreto y plausible) que se convirtió en realidad en sólo cuatro combates. «Estaba muy motivada, lo que me dijo antes de empezar es que se las iba a comer», confesaba Blanco. Cayó primero una austríaca; después, una polaca («la que más trabajo le dio», reconocía); una inglesa que casi doblaba su peso supuso el penúltimo peldaño antes de su fulgurante ataque al oro. «Fue muy emocionante, ella con la espalda en el suelo y la gente en la grada contando los segundos hasta llegar al final», recordaba Sara.
Superioridad
Su superioridad fue tal, que «ninguna de sus rivales consiguió hacerle un solo punto», como destacaba su preparador. «La verdad es que arrasó», añadía Blanco.
Y después... Los sentimientos, a flor de piel en cuanto el juez dictaminó su victoria. «Nos pusimos todos a llorar, no se libró ni uno», admitía Sara. El llanto se reprodujo cuando al poner el pie en el aeródromo coruñés se encontró un recibimiento de casi 100 personas: familiares, amigos, compañeros del Judo Lugo y de gimnasios, de A Coruña, de Oleiros, que la vitoreaban y agitaban pancartas con su nombre. «Un momento muy emocionante», en palabras de Blanco, que destacaba que «no había nadie de la Federación o de la Xunta». La foto, para ella sola con los que han estado a su lado todos estos. Como recordaba su preparador, la medalla «es la conjunción del trabajo de un grupo muy grande de gente».
Blanco tiene muy claro que lo conseguido el domingo en Polonia es sólo «un punto de partida», un refrendo que la debe impulsar hacia nuevos retos. «Fue demostrar que estamos ahí, porque aún le queda mucho por dar; aún tiene que explotar de verdad», afirmaba. Una labor que tendrá su continuidad en poco más de un mes, con los Campeonatos del Mundo que se disputarán en Tailandia.
«Bajar de las nubes»
La primera tarea del entrenador es abrir un paréntesis en la euforia que lógicamente rodea a Sara, después de un año en el que se ha convertido en coleccionista de títulos. «Haberlo conseguido todo en España le ha abierto nuevos horizontes», decía Blanco. «Ahora tenemos que bajar de las nubes», reconocía el técnico, que ha dado dos días de descanso a su pupila, que hoy regresa al tajo.
En un mes, tendrán que empezar a desmenuzar cómo combaten las que serán sus nuevas rivales, y conocer aún más en profundidad a las que ha tenido en el Europeo. «Nos pondremos a ver vídeos, volver a estudiarlas a todas. Y tendremos una nueva toma de contacto con el tatami», explicaba el técnico. A bielorrusas, francesas o inglesas se unirán americanas y asiáticas. «Hay una coreana muy buena, también una china y una brasileña que ya conoce», apuntaba.
Una preparación concienzuda para poder soñar en los mares del sur. Pero esa es una historia que comienza hoy, y para su desenlace hay que esperar hasta el 23 de octubre. A la vuelta de la esquina.