La sociedad del bienestar todavía no ha llegado al atletismo gallego. La disciplina continúa inmersa en el siglo pasado a nivel de infraestructuras. Son los sin techo del deporte autonómico. Tan solo disponen de una pista cubierta, obsoleta y destartalada, que pueden utilizar un fin de semana al año, el pabellón de deportes de Riazor. Tan acuciante es la situación que pensaron incluso en celebrar el autonómico de pista cubierta en Braga, la localidad lusa a la que acuden regularmente los atletas del sur de Galicia durante la temporada invernal. Los del norte, especialmente los ferrolanos, miran hacia Oviedo, mientras que la provincia de Lugo se ha convertido en un páramo del atletismo en sala. Ya solo quedan fondistas y lanzadores.
Hace más de 40 años que fue inaugurada la pista de Riazor. En 1968 era la joya de la corona, tan solo equiparable al palacio de los deportes de Madrid. Pero cuatro décadas después la pista coruñesa más bien parece una pieza de museo. Tan solo cuenta con cuatro calles (lo normal es seis), su cuerda es de 160 metros (200 es lo exigible), tiene un peralte muy superior a la media y un muro que incomoda y molesta a quien corre por la calle cuatro. Además, su recta no tiene los 60 metros reglamentarios, tan solo 50; lo que impide la homologación de cualquier marca. «Es la única recta de España que tiene 50 metros y las marcas no valen», explica Nacho Rego, del Ourense Atletismo.
Pero el paso del tiempo no azota solo a velocistas y mediofondistas. También a los saltadores. Para el triple salto, la tabla de batida -que está en un estado lamentable- está situada a 11 metros (cuando la exigencia es de 13), y triplistas como Alfonso Palomanes con el segundo salto ya casi invaden el foso. El ourensano fue uno de los que cambió el oro autonómico por hacer marca en una pista del siglo XXI como la del Príncipe Felipe de Zaragoza. En la longitud, un salto de siete metros equivale a tocar el fondo del foso.
Hasta en los lanzamientos de peso hay problemas. Aquellos tiros que superan los quince metros acaban en la pista. Bien porque superan los tablones que se instalan o porque salen rebotados. El paso del salto con pértiga está lleno de trampas, y aún así se saltó 4,60 metros.
Disciplinas como las pruebas combinadas ya ni pueden plantarse un campeonato así, porque sus marcas no serían reconocidas para la federación española. Por eso el gallego de heptatlón será al aire libre cuando la meteorología lo permita.