«Ya no me llamo Seve Ballesteros, sino Seve Mulligan, porque la vida me ha dado una segunda oportunidad»

La Voz

DEPORTES

01 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Meses después de ser intervenido en varias ocasiones para salvar su vida de un tumor cerebral que lo amenazaba, Severiano Ballesteros echa mano de un símil golfístico para explicar lo que ha sentido y siente. «Ya no me llamo Seve Ballesteros, sino Seve Mulligan (segunda oportunidad en el mundo del golf), porque la vida me ha dado una segunda oportunidad. Yo he tenido un mulligan en la vida», confiesa en una entrevista publicada ayer por el diario Marca.

Severiano Ballesteros ha declarado que la verdadera y única guerra que debe existir en el mundo es la lucha contra las enfermedades para poder ayudar a las personas que las sufren.

«Las enfermedades no distinguen ni razas, ni ideologías, ni nacionalidades. Son el verdadero enemigo y nuestro máximo patrimonio es la salud», afirma.

El ganador de cinco grandes torneos de golf (dos Masters de Augusta y 3 British Open) y poseedor de 50 victorias en el circuito europeo aparece en varias fotografías con las muestras visibles de la enfermedad de la que se recupera.

Preguntado si le inquieta que esas imágenes se vean en todo el mundo, Ballesteros responde: «En absoluto. No me importa nada. ¡Es lo de menos!. Las heridas... son heridas de guerra».

Ballesteros, de 51 años, rememora el momento en que percibió que algo marchaba mal. Fue el 5 de octubre del pasado año en el aeropuerto madrileño de Barajas. Iba a la feria de golf de Alemania y había quedado en Madrid a comer con su hijo Miguel y su sobrino Iván. Se cayó en las escaleras mecánicas. Al llegar a la puerta del restaurante, volvió a marearse.

Conducido al hospital de La Paz, entró en urgencias, donde le detectaron el tumor. «Tienes una mancha grande y puede que lleve bastante tiempo ahí... », le dijeron los médicos.

El golfista español recuerda que de las cuatro operaciones, la más importante fue la tercera, el 24 de octubre, el mismo día en que murió su madre. Rompe a llorar por primera vez en la entrevista. La segunda, cuando supo el enorme apoyo popular que estaba recibiendo de todo el mundo. Al hablar de su padre, tratado de la misma enfermedad en Estados Unidos, sentencia. «En España estamos tan preparados como los americanos, por eso me quedé aquí».