Cuarenta y seis semanas después de ser derrocado del número uno del circuito por el español Rafael Nadal, el suizo Roger Federer volvió ayer a la cima mundial tras reconquistar Wimbledon. En su palmarés figuran, en Australia, tres títulos (2004, 2006, 2007) y dos semifinales (2005, 2008); en Roland Garros, un triunfo (2009), tres finales (2006, 2007, 2008) y una semifinal (2005); en Wimbledon, 6 títulos (2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2009) y una final (2008), y en el US Open, 5 títulos (2004, 2005, 2006, 2007, 2008).
Sin Nadal en medio todo ha sido más fácil para el helvético, considerado ya como la mejor raqueta de la historia. La tendinitis que ha apartado de la lucha al jugador español ha sosegado a Federer, con vía libre para dar alcance a los mitos, rebasar registros y regresar a las alturas del ránking mundial, un retorno al margen de su perspectiva con el balear en acción.
A poco que Nadal hubiera competido, la vuelta de Federer al número uno del mundo hubiera tenido un devenir más distanciado.
Atrás quedan las dudas que asaltaron al helvético hace un año. Cuando perdió ante el español su primera final en el All England Club. Transitaba por la temporada con solo dos títulos en su colección, en Halle (Alemania) y Estoril (Portugal). Y tres finales, además de Wimbledon, perdidas contra Nadal (Masters Series de Montecarlo, Masters Series de Hamburgo y Roland Garros).
Nadal era entonces una fijación para Federer, que por primera vez tenía en el aire su continuidad en el trono del circuito. Tras los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, la clasificación ATP del 18 de agosto del 2008 ya registró al jugador balear como nuevo dominador del tenis mundial.
Rafael Nadal había puesto fin al dominio de Federer, estancado en la cima durante 237 semanas. Desde el 2 de febrero del 2004 hasta el 18 de agosto del 2008.
Ahora, cuarenta y seis semanas después y con el español apartado provisionalmente del circuito, el tenista de Basilea regresó a la cima. El distanciamiento de las pistas de Nadal, después de perder por primera vez en Roland Garros, en los octavos de final frente al sueco Robin Soderling, ha supuesto calma para Federer. Ha saldado su cuenta con París, inalcanzable con Nadal en forma. Ha recuperado el trono de Londres, del que también le apartó el balear. Y ha vuelto a la cima.