Miles de personas visitaron la capilla ardiente en el estadio perico antes de la incineración del cadáver
12 ago 2009 . Actualizado a las 02:28 h.La cola de personas que rodeaba medio estadio podía verse desde lejos. Predominaba el blanquiazul, pero también eran visibles otros colores. Bajo un sol de justicia, quince mil aficionados pericos se congregaban en torno a la puerta 21 del estadio Cornellá-El Prat para dar el último adiós a su capitán, Dani Jarque. La capilla ardiente fue instalada en el palco de honor, donde familiares y amigos velaban a su ser querido desde las siete de la mañana. No estuvieron solos. Durante todo el martes, numerosas personalidades del fútbol se acercaron a Barcelona para homenajear al jugador. A las dos de la tarde, la capilla ardiente quedaba abierta al público. Sin embargo, dos horas y media antes, la gente se preparaba para hacer cola. «Merece la pena aguantar dos horas de calor por nuestro capitán», aseguraban los más madrugadores. «Dani se merece esto y mucho más», enfatizaban, orgullosos. Abierta la puerta, el silencio se convirtió en protagonista. Ni una palabra durante todo el recorrido hasta llegar ante los restos del futbolista. El ataúd estaba cubierto por una corona de flores con el escudo del Espanyol. No se oía ni una palabra. No era necesario, la mirada bastaba para comprender el dolor por la pérdida de un hombre de apenas 26 años y que en menos de dos meses sería padre. En la ya mítica puerta 21, al gran número de velas, camisetas y bufandas depositadas en los días previos se les sumaban las decenas de coronas de flores enviadas desde todos los clubes de Primera y Segunda División y de otras entidades deportivas, además de las aportadas por las peñas del Espanyol. También asistieron numerosos futbolistas, entrenadores y dirigentes del fútbol español relacionados o no con el futbolista a lo largo de su carrera deportiva. El tiempo pasaba, los minutos se consumían, pero la fila de personas seguía interminable. Los aplausos espontáneos surgían cada vez que alguien se acercaba a depositar una foto en el santuario número 21. A última hora de la tarde, los restos mortales de Jarque fueron incinerados para ser enterrados el miércoles por la mañana en Sant Boi. Una ceremonia íntima por expreso deseo de su familia. Su recuerdo permanecerá para siempre en la afición perica. Como rezaba una pancarta: «El orgullo de haberte conocido será eterno».