Si al Deportivo le falta fluidez en ataque y ajustar la defensa, como ha reconocido Lotina, el Xerez echa de menos el gol pero, sobre todo, el ritmo de competición. Su modesto presupuesto de 18 millones de euros (10 destinados a pagar a los jugadores) le obliga a realizar malabares en los despachos para confeccionar una plantilla hilada a base de cesiones. Ya le ocurrió la pasada temporada, y acabó ascendiendo. Pero la Primera División es diferente: está pagando no solo ser novato en la categoría, sino la tardía incorporación de futbolistas, hasta el punto de que se podría decir que en estas primeras jornadas está todavía en plena pretemporada.
El Xerez empezó a trabajar con solo trece jugadores, y los nuevos fueron llegando escalonados y a cuentagotas. Es cierto que la base del equipo es la misma que la de la temporada pasada, pues seis de los titulares hoy (Francis, Mendoza, Vicente Mora, Momo, Abel y Carlos Calvo), siete si el técnico se decanta por Bermejo en vez de Maldonado, ya estaban la temporada pasada, al igual que Aythami y Álex Bergantiños, que esta tarde no actuarán porque si no el Xerez tendría que pagar al Dépor 150.000 euros por cabeza. Pero ha cambiado el entrenador, pues Boquerón Esteban se fue al Hércules y llegó Ziganda, y el esquema de juego, que ha pasado de un 4-2-3-1 a un 4-1-4-1.
A cinco minutos del cierre
Mientras los que ya estaban asimilan el nuevo dibujo, los que llegaron se adaptan mientras apuran su puesta a punto, pues algunos se incorporaron poco antes de que empezase la Liga, como Casado (cedido por el Sevilla), Bergantiños, Orellana y Keita, un centrocampista malí cedido por el Lens que fue inscrito a cinco minutos del cierre del mercado.
Fabián Orellana es un delantero chileno cedido por el Udinese que, al poco de aterrizar, se fue a jugar las eliminatorias premundialistas, por lo que apenas ha trabajado con sus compañeros. Lo mismo le ocurrió a Giancarlo Maldonado, un venezolano que hace dos años recibió la Bota de Oro que concede la revista Don Balón al máximo goleador de América. El Atlante mexicano, equipo del que procede Colotto, lo ha cedido por una temporada a los andaluces.
A falta de que Orellana y Maldonado acrediten su categoría, el jugador más determinante de la plantilla es Viqueira, al que hoy Ziganda dará descanso, pues a sus 35 años entiende que no está para jugar dos partidos en cuatro días. Así que la organización recaerá en Abel, un jugador de currículo curioso. Es un sevillano que debutó en Primera con el Murcia y que la pasada temporada se fue al Steaua de Bucarest, porque soñaba con jugar la Liga de Campeones, para la que al final no fue inscrito; el equipo andaluz lo adquirió en el mercado invernal y, lesionado el gallego Viqueira, fue una de las claves del ascenso.
La euforia por haber escalado por primera vez a Primera se ha transformado en preocupación cuando solo han transcurrido tres jornadas. El equipo de Ziganda empezó la Liga perdiendo en Mallorca, donde tuvo dos clarísimas ocasiones antes de que se quedase con diez y recibiese dos goles en tres minutos. El Athletic lo superó con un gol en propia meta y el Madrid le hizo una manita.
A tope de socios
Pese a los malos resultados y la obligada improvisación en la formación de la plantilla, la afición está volcada. El club ha alcanzado el que considera su tope de socios mientras el estadio no se remodele: 16.000. Una campaña ha permitido llegar a esa cifra, así que el estadio de Chapín tendrá hoy color. Lejanos quedan los años ochenta, en los que el Dépor jugaba ante tan pocos aficionados en ese estadio que 700 gargantas coruñesas (entre excursionistas y chavales que hacían la mili en San Fernando) se hacían notar casi tanto como las de los hinchas locales.