La rotación de continentes, que Sudamérica no haya celebrado nunca unos juegos y la pujanza de la décima potencia económica del mundo en un momento de crisis generalizado han decantado la victoria de la candidatura de Río de Janeiro, una ciudad que tendrá que hacer la cosas muy bien para superar el grave problema de la seguridad ciudadana, donde la delincuencia callejera se instaló como su principal desventaja.
Pero el presidente brasileño, Lula da Silva, supo dejar claro en la defensa de su candidatura que todos los países rivales ya habían organizado los Juegos en alguna ocasión, y sus continentes muchas más: 17 veces en Europa (contando Londres 2012), 3 en Asia, 2 en Oceanía y 6 en América del Norte.
La ciudad carioca ha hecho realidad su sueño en la cuarta ocasión que ha presentado su candidatura. Primero lo hizo allá por 1936, para después repetir proyecto en el 2004. La última vez fue en el 2012, donde no llegó ni a la fase final.
Pero las cosas han cambiado sustancialmente. Ahora el país dirigido por Lula, que ayer lloró tras la elección, es una potencia económica en auge, con un crecimiento del producto interior bruto que ronda el 8%, cuando en las grandes potencias occidentales decrece la riqueza.
Tanto es así, que el proyecto brasileño es el más caro de los cuatro que se han presentado a los Juegos del 2016. El presupuesto de gastos alcanza los 13.920 millones de dólares, a precios contables del 2008.
De estos, el 72% corresponde a las inversiones destinadas a acometer las numerosas obras de infraestructuras necesarias para organizar los Juegos, entre ellas las costosas reformas del aeropuerto y el metro. Esta apuesta financiera la supo avalar ayer el proyecto brasileño al formar parte de su presentación ante los miembros del COI el presidente del Banco Central de Brasil, Henrique Meirelles, quien garantizó la viabilidad económica del proyecto, que gastará solo en las infraestructuras previstas 11.100 millones de dólares. La gran mayoría (el 50%) irán destinados a modernizar los medios de transporte, seguido del saneamiento de la ciudad (12%), energía (8%) y seguridad (7%). Las instalaciones deportivas se llevarán el 4%, la construcción de la villa olímpica otro tanto y el resto de zonas residenciales el 8%.
Una clave de la victoria brasileña radicó también en Lula da Silva. El presidente brasileño supo hacer ver ayer a los miembros del COI que elegir a Río era apostar por un continente que busca formar parte del mundo desarrollado.