El dominio que el tenis español ejerce como primera potencia del mundo desde hace años se plasmó ayer en la Copa Davis. El equipo nacional revalidó en Barcelona por la vía rápida, sin ceder un solo partido, el título que había logrado el año pasado en Mar del Plata contra Argentina. En una tarde impecable, la pareja formada por Feliciano López y Fernando Verdasco sentenció la final al ganar el tercero de los cinco partidos del programa ante los checos Radek Stepanek y Tomas Berdych por 7-6 (7), 7-5 y 6-2. Más de 16.000 espectadores lo vieron en un Palau Sant Jordi entregado.
Ya contra las cuerdas, después de los dos triunfos del viernes de Nadal y Ferrer, el capitán checo, Jeroslav Navratil, puso todo su arsenal sobre la pista. Eligió a Stepanek y Berdych, en lugar de la pareja formada por Lukas Dlouhy y Jan Hajek, tal como había amagado en el sorteo del jueves. No podía reservar a sus dos primeros jugadores para el último día porque probablemente ya no llegaría con vida ante un equipo demoledor, con variantes para todos los encuentros.
Y el partido por parejas repitió en cierto modo el esquema de los dos duelos anteriores. Los españoles fueron de menos a más. Verdasco y Feliciano, que no juegan habitualmente dobles a lo largo de la temporada -aunque ya forman una pareja de leyenda en la Davis- crecieron a lo largo de la tarde, como Nadal y Ferrer el viernes. De nuevo el empuje del público y, también, el desgaste físico de los checos, desniveló el duelo poco a poco.
Los españoles, con Verdasco más prudente a la hora de buscar la red y Feliciano más metido en el papel de doblista, rompieron muy pronto el servicio de Berdych, pero el madrileño cedió también un break rápido. Stepanek, como en el individual del viernes, ofreció un repertorio primoroso, pero no pudo evitar que se llegase al desempate porque estuvo muy mal acompañado. Los españoles desperdiciaron tres bolas de set, salvaron una con el servicio de Berdych y cerraron el 7-6 inicial.
Muy parejo, el segundo repitió el esquema. Pero, a medida que el partido avanzaba, los españoles se agrandaron. Los checos veían alejarse la posibilidad de tomar el relevo de Ivan Lendl, que lideró el triunfo de Checoslovaquia en 1980. Con empate a cinco, los españoles rompieron el servicio de Berdych y dieron otro paso hacia el título. El tercer set ya fue un paseo. La superioridad de España resultó incontestable, porque repartió esfuerzos y hasta le sobraron dos encuentros. Que pase el siguiente.