Riazor no fue suficiente

Rubén Ventureira

DEPORTES

Un gran mosaico, Hércules y el recuerdo a Filipe marcaron la previa y motivaron a la afición, cuya voz se apagó en los tantos madridistas, muy celebrados en Pabellón

31 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Riazor cumplió su papel. Se dejó la garganta. El Real Madrid sufrió el ambiente hostil con el que es recibido desde 1992. Y el Dépor sintió mucho calor ya de inicio. Pero no bastó.

La previa fue muy emotiva. El videomarcador recordó los últimos goles de Filipe, y los dos equipos lucieron camisetas con mensajes de ánimo al saltar al campo. Cuando el Dépor pisó el verde un mosaico azul cubrió la grada, y los blues desplegaron un enorme dibujo de Hércules, delante de su torre, luciendo cual rey de bastos.

De Pabellón Superior colgó un mensaje para Florentino: «Ronaldo, 94 m.; Kaká, 65 m.; Filipe no tiene precio». En Marathon destacó la presencia de la peña deportivista Centenariazo, de Madrid, cuya pancarta trajo seguro un mal recuerdo a Raúl y Guti, dos que sufrieron aquella afrenta y que, un año más, fueron de los más pitados en Riazor.

El mal fútbol del Dépor en la primera parte no apagó las voces deportivistas, animosas casi siempre aunque silbando algún error puntual de los suyos. De las gargantas madridistas no hubo noticias hasta el primer gol, cantando muy intensamente en Pabellón Superior, al igual que el segundo.

No sintió tanto afecto a su llegada al estadio. A las nueve menos cuarto doblaba la rotonda de las Esclavas el autocar del Real Madrid. Más de 5.000 personas lo esperaban entre fuertes medidas de seguridad. Las vallas impedían el acceso del público a la calzada, tomada por agentes de la policía nacional. En el primer tramo, el recibimiento fue hostil. Una muñeca hinchable con la camiseta merengue fue alzada al aire por un hincha coruñés. Las bufandas blanquiazules ondearon y sonó el clásico cántico que tiene a Guti como víctima. Hubo también un crío que aireó la enseña del Madrid: «Esa bandera la vamos a quemar», le gritaron desde la otra acera unos exaltados mientras otros ponían cordura «porque es un chavalito y con los chavalitos no hay que meterse».

El mayor sector merengue se concentraba justo enfrente de donde paró el autocar para que bajasen los jugadores. Decenas de teléfonos móviles grabaron el momento, que aprovechó una joven para pedirle matrimonio al portero de la selección: «Casillas, cásate conmigo», rezaba una pancarta.