El camino de Ferrari hacia el liderato del Mundial se ha cimentado en la fe y el talento de Alonso, la fiabilidad de un coche mejorado y los errores de Red Bull y Hamilton
26 oct 2010 . Actualizado a las 12:09 h.«Alonso es frío, muy frío», dijo Jaime Alguersuari esta temporada. Frío y obstinado. Sin su templanza y su determinación no sería líder del Mundial. En el último tramo del campeonato los pulsos de Mark Webber, Lewis Hamilton y Sebastian Vettel han temblado. Alonso se mantiene firme, sin cometer errores. Es el complemento ideal para un coche fiable y mejorado. Mientras, los rivales han ido cayendo.
Alonso cuenta con un F10 más lento que el RB6 en las calificaciones, pero más seguro en carrera. El coche del bicampeón es el que más vueltas se ha mantenido en pista en competición en la presente temporada, con 994 giros. Un aval para la máquina y el piloto.
El asturiano llegó a ser muy crítico. En Turquía, tras ser octavo, dijo que el coche no daba para más. Pero insiste que desde el Gran Premio de Gran Bretaña, en julio, dispuso de un monoplaza competitivo después de las mejoras que ya habían sido introducidas en Canadá y Valencia. El F10 fue afilando su aerodinámica. Llegó a Silverstone con un nuevo alerón delantero y con retoques en la parte trasera. Alonso acabó 14.º tras ser penalizado con un drive trough por un adelantamiento ilegal a Kubica. Pero sintió que aquel coche podía ser ganador. Se impuso en la siguiente cita, en Alemania, y fue segundo en Hungría. Por eso mantuvo la fe a pesar de que en Spa su Ferrari resistió de forma milagrosa un choque con Barrichello y después se despidió con un trompo. Y no perdió la confianza al ver en la alto del podio y del Mundial a un rival tan temible como Hamilton.
El gafe se cambia de bando
Como admitió Alonso, la fortuna cambió de bando después. Porque Ferrari parecía azotada por el mal fario y los errores. Una sanción por salir antes del tiempo en China, un accidente en los libres de Mónaco que lo condenaba a arrancar desde el garaje, una carrera adulterada por el coche de seguridad en Valencia, un toque con Barrichello en Spa, errores estratégicos del equipo... El gafe se traspasó primero a Hamilton, que no puntuó en Hungría, Italia y Singapur, y luego a los Red Bull, que vivieron su debacle en Corea.
Ferrari ha exprimido hasta el límite sus opciones. Alonso ha firmado dos poles y cinco victorias. Red Bull ha desperdiciado las suyas. El equipo energético ha conquistado catorce poles y siete triunfos. Vettel partió nueve veces desde el primer puesto de la parrilla. Los últimos ocho campeones lograron el título con menos. Michael Schumacher cree que la escudería austríaca no apostó de inicio por uno de sus pilotos y ahora lo está pagando. El fratricidio de Red Bull recuerda al de McLaren en el 2007. Entonces ganó un tercero en discordia. Esta vez Alonso parece el tercer hombre.