Rafa Nadal quiere dejar la historia para cuando termine su carrera, por eso evita toda mención a la posibilidad de convertirse en el primer tenista que enlaza de forma consecutiva los cuatro grand slam desde que Rod Laver lo logró por segunda vez en 1969. «No me lo planteo porque el cuarto grande seguido aún está muy lejos y es difícil empezar a valorar esa posibilidad», comenta, al tiempo que destaca la devoción que siente por el primer major del año desde su debut. «Tengo grandes recuerdos desde la primera vez que vine y jugué con Lleyton Hewitt en la pista central. Y después, claro, la semifinal del 2009 con Fernando Verdasco, al que nunca he visto jugar así. Y después, la final con Federer, que acabó de manera dramática. Es el recuerdo de un triunfo que no hubiera esperado nunca por cómo estaba antes de la final. Mi título en Australia acabó con las lágrimas de Federer. No fue un momento agradable, pero es parte del deporte», indica.
Nadal recuerda que también estalló en llanto en alguna ocasión. «Tras la final de Wimbledon del 2007, por ejemplo, llegué al vestuario y estuve media hora hecho polvo», confiesa.
Prefiere ser cauto sobre la reciente operación Galgo ? «hasta que no se comprueba todo, no me gusta meterme»?, pero admite que las revelaciones afectan a «la imagen de los deportistas de España». «Nos hace daño a todos. Lo que se puede pedir es que la gente se cuide con corrección porque se hace daño a la imagen del país», considera Nadal.
«Mi título en Australia acabó con las lágrimas de Federer. No fue agradable»