«Estoy triste porque no me dejan trabajar. Solo me interesa que el Osasuna sea feliz y no es mi estilo meterme con nadie. Respeto las críticas, pero solo entiendo las que se basan en razones deportivas». Sin decirlo esta vez abiertamente, José Antonio Camacho se despidió del club rojillo, del que fue destituido oficialmente ayer, como una víctima política.
Convencido de que en su tercera temporada hubiera cumplido también el objetivo de la permanencia y sabedor de que los entrenadores «pagan el fuego y el pato», el ex seleccionador español puso de relieve que siempre estuvo involucrado en el proyecto, «desde el primer minuto hasta el último» y pidió a la afición que apoye al próximo entrenador, aún no anunciado aunque todo apunta a que será el vasco José Luis Mendilibar.
Más allá de que un sector radical de la afición osasunista lo acogiese mal desde el principio, quizá por su condición de madridista y de ex seleccionador nacional, el presidente del club, Patxi Izco, justificó el despido como una consecuencia de los malos resultados, ya que el Osasuna ha sumado una victoria en las últimas once jornadas y se ha situado en zona de descenso tras caer en Anoeta. Fuera de su estadio, el conjunto navarro está calamitoso y acumula 20 desplazamientos sin ganar, con solo dos puntos obtenidos en más de un año.
Antes de caer ante la Real Sociedad, el Osasuna logró sacar cuatro puntos al ganar, contra todo pronóstico, al Real Madrid -donde Camacho tuvo que soportar los gritos de «¡vete con ellos!», por parte de los Indar Gorri, la peña más radical del equipo pamplonica- y empatar ante el Mallorca, también en el Reyno de Navarra. Estos resultados llegaron después de ocho jornadas sin ganar. En una entrevista, el técnico dejó claro que se lo cantan en todos los partidos, donde también se oyen gritos contra España y contra la selección de fútbol.
Camacho sustituyó al Cuco Ziganda tras la sexta jornada de la campaña 2008/09, y consiguió la permanencia de forma agónica al ganar en las dos últimas jornadas al Barcelona y al Real Madrid, que entonces ya no se jugaban nada. Al parecer, algunos jugadores aconsejaron al presidente no renovarle, pero Izco decidió continuar y José Antonio Camacho completó un curso bastante tranquilo, sin grandes apuros clasificatorios.
Pero el divorcio con parte de la afición era palpable y se acentuó mucho más cuando el murciano atribuyó las críticas a «temas políticos». «Me llamó el presidente para rescindir el contrato y hasta aquí he llegado. Solo puedo dar las gracias y desearos la mayor felicidad, y más hoy, en el día de los enamorados», bromeó Camacho en la conferencia de prensa ofrecida ayer en Tajonar, tras despedirse de la plantilla, pese a que ya no dirigió el último entrenamiento.
Sexta destitución en Primera
José Antonio Camacho se convirtió en el sexto técnico de Primera División que es despedido esta temporada. Su adiós tiene lugar una semana después de la caída de Portugal al frente del Racing de Santander, que ahora entrena Marcelino García Toral. La primera víctima de los banquillos fue Antonio Álvarez, sustituido por Gregorio Manzano en el Sevilla tras la quinta jornada. No es casualidad que los cuatro últimos de la tabla hayan cambiado de técnico. El colista Málaga reemplazó al portugués Jesualdo Ferreira por el chileno Pellegrini; el Zaragoza, decimoséptimo, a José Aurelio Gay por Javier Aguirre, y el Almería, penúltimo, a Lillo por Oltra.