Fernando Alonso está satisfecho porque su equipo ha hecho «más que los demás», entiéndase en kilómetros de pretemporada. «Más de cien por día», puntualiza. Según él, ha sido tiempo suficiente para catalogar el Ferrari que guiará como «fiable», palabra talismán en esto de las carreras. Ve el español un pack de equipos destacados sobre el resto: habla de Red Bull, Ferrari, Mercedes y no descarta a McLaren, mientras que deja en el segundo vagón a Renault y Williams. Asume que su confianza cotiza igual que el año pasado por estas fechas y se le llena la boca sobre los dedos que apuntan a la fábrica de Maranello como responsable del posible mejor coche, ganador. «¡Somos Ferrari!», y no hace falta que diga nada más. Es su décimo Mundial y vaticina para Melbourne que los equipos vayan a tres o cuatro paradas.
Hamilton ha añadido pimienta a las declaraciones. «Yo no estoy en la fórmula 1 para correr diez años y ganar uno o dos títulos», asegura. «Quiero pasar a la historia como el mejor piloto de mi generación», dice el británico. Para ello va a tener que remar mucho, dada la pobre imagen ofrecida por McLaren. «Sí, hemos acumulado muchos menos kilómetros que el resto de los equipos punteros y nuestra velocidad se resiente, pero Australia es un destino en el que siempre hay carreras caóticas y podemos hacernos fuertes mientras evolucionamos el coche en silencio».
Se apunta a la tesis su compañero Jason Button, ganador en Albert Park en las dos anteriores ediciones. «Intentaremos aprovechar la confusión», bromea. Porque la habrá. Pirelli es estos días el nombre más repetido por la incidencia que tendrán los neumáticos en las primeras carreras. Nadie las tiene todas consigo.