El Madrid discute otra vez la superioridad del Barça en un torneo maldito para los blancos
20 abr 2011 . Actualizado a las 17:19 h.La Copa llega cargada. La lucha definitiva por una competición que ha recuperado su grandeza gracias al Barcelona y al Madrid después de años de desprestigio, se presenta esta vez como una batalla inmensa, apasionante, llena de tensión por la creciente hostilidad entre ambos y lo mucho que se pone en juego. Más que un título. En el segundo asalto de la guerra que mantienen los colosos, en el choque de estilos entre el intratable y dominador equipo de Guardiola y el resultadista y destructivo conjunto de Mourinho, los blancos vuelven a discutir la superioridad azulgrana, pero en esta ocasión a un solo partido en Mestalla. El Madrid entiende que es su momento, porque con un duelo vital de 90 minutos dispone en teoría de mayores opciones, aunque el eterno rival es el favorito y está, al menos, un par de peldaños por encima.
Para el Barcelona, el rey de Copas, es la oportunidad de asestar otro golpe al aspirante obsesionado en acabar con su hegemonía. Para el Madrid, con la experiencia de hace cuatro días, de acabar con su maldición en un torneo que no conquista desde hace 18 años, y reforzar su estado anímico con vistas a las semifinales de la Copa de Europa. Los blancos aspiran a salvar la temporada con esta Copa cuya conquista sería para el portugués y los suyos un éxito. Un consuelo menor en épocas recientes, pero ahora un trofeo de enorme valor para los blancos, deportivo y psicológico, aunque el verdadero desafío sea la décima. Han pasado 21 años desde la última final copera Barça-Madrid, y desde entonces los blancos han perdido tres de cuatro, con el recuerdo aún vivo del doloroso centenariazo contra el Dépor en el Bernabéu. Ahora se vuelven a albergar esperanzas, aunque el madridismo no pueda ocultar la realidad.
En un enfrentamiento que se ha caldeado por lo ocurrido el sábado en el Bernabéu, se dirime el orgullo del Madrid y se expone de nuevo ante el mundo un proyecto que aún busca un modelo futbolístico, con mejor plantilla que la del Barça, pero definido por las individualidades en el campo y puesto en manos de un solo hombre. Por un Mourinho especializado en presionar a árbitros y rivales y en manejar eliminatorias y que no parece estar dispuesto a cambiar su planteamiento defensivo. Con el objetivo de intentar anular de nuevo -escaldado por la manita del Camp Nou y con el positivo ensayo del sábado- la creación de un bloque que está a una distancia considerable. Al contrario que anteriores entrenadores del Madrid, Mou sí da prioridad casi absoluta a este torneo, que ya ha conquistado con sus tres anteriores equipos.
Guardiola ha ganado todas las finales que ha disputado hasta el momento como entrenador, y el Barça las tres últimas que ha jugado de Copa, la más reciente, la del 2009. El duelo se presume muy caliente en el terreno de juego y en la calle, con 2.500 agentes para controlar la seguridad, y más de 40.000 aficionados de ambos equipos en un escenario en el que caben 50.000.
En el caso de Mourinho, otro varapalo ante el enemigo hasta ahora inalcanzable conllevaría alejarlo de parte de la corriente madridista mayoritaria, tan ligada a él que ya solo quedaría a merced de la Copa de Europa. Frente al toque y el fútbol imparable de los azulgrana, los blancos volverán a oponer contención -con el trivote encabezado por Pepe- y contraataque, aunque la novedad en el once, aparte de la baja de Albiol, es el regreso de Özil. Además, la trascendencia del partido y el deseo de devolver afrentas debería revolucionar a los futbolistas en un torneo que nunca ha saboreado ni siquiera Casillas.
Se espera que el combate, ahora sí que con resultado de k. o., sea presenciado por 77 millones de telespectadores, con récord histórico de retransmisión en 140 países.
2.500 policías
En el estadio de Mestalla habrá un agente por cada 20 aficionados.
360 millones ?
Coste de adquisición de los 22 jugadores que estarán sobre el campo
18 finales
Guardiola ganó las seis que disputó en cualquier torneo, y Mourinho, doce
Los azulgranas, a asestar otro golpe al aspirante que quiere acabar con su hegemonía