Cojo, lesionado y sin apenas moverse en la última media hora, el italiano Fabio Fognini (número 49 del mundo) frustró ayer al catalán Albert Montañés (38) y pasó a cuartos. Ganó por 3-6, 4-6, 6-4, 3-6, 6-3 y 11-9, después de disputar los juegos decisivos andando. La proeza del transalpino fue toda una tragedia para el español, incapaz de rematarlo, obnubilado ante la gran oportunidad de su vida para acceder a la antepenúltima ronda en París.
El partido, ya en el quinto set, se acercaba a las cuatro horas. Con 7-6 y 15-30 a favor del español, el italiano se retorció de dolor tras fallar un servicio. Recibió asistencia en su silla y empezó un teatral desenlace, trasladando su frustración a su equipo, pero agarrándose a la pista en la más genuina tradición combativa italiana. Fognini, eso sí, no se movió más. Empezó a jugárselo casi todo a cara o cruz desde el centro de la pista, mientras Montañés se carcomía entre dudas sobre cómo jugarle a un rival lesionado en el bíceps femoral izquierdo.
Fognini recibía asistencia. Gesticulaba de dolor. A cada punto, la grada se enchufaba más al partido, dramático, entre dos de las más modestas raquetas de los octavos de Roland Garros.
Con 24 años, el italiano, el tipo más joven con vida en el torneo, se enredó en un festival de faltas de pie, algo impropio de quien se jugaba el pase a cuartos por primera vez a su carrera.
Con 8-7 a su favor, Montañés tuvo las dos primeras de sus cinco bolas de partido. Pero ya era un jugador irreconocible, a años luz del tenista que ganó el año pasado a Federer en Estoril. «Ahora es muy fácil decir que hubiera tenido que arriesgar más. Y de cien partidos así ganaría 99 y perdería uno, que ha sido este. No tengo nada que reprocharme», indicó en declaraciones recogidas por Efe.