Han pasado doce años desde que Reyes Estévez consiguiese para España la última medalla del 1.500 en un mundial. Había sido en Sevilla, la tierra de Manuel Olmedo, que esta tarde (13.15 horas, Eurosport) intentará devolver a la distancia fetiche del atletismo español al medallero.
Olmedo, un ochocentista reconvertido que explotó en el Europeo de Barcelona con un bronce que más tarde convirtió en oro en la cita continental bajo techo de París, ha seguido los pasos de Fermín Cacho para acercarse a la élite de la distancia. Dejó el calor sevillano por el frío de los bosques de Soria. De cuerpo menudo y tobillo poderoso, se ha dedicado a economizar en el camino hasta la final. Tanto, que a punto estuvo de naufragar en una semifinal que llegó a agobiarlo. Por momentos se vio fuera, pero por su cabeza pasó un vídeo motivador de sus amigos que le hizo tirar para adelante hasta clasificarse por puestos.
Y la final no será fácil, pero tampoco imposible. Si España vivió en Berlín la experiencia de quedarse sin un solo representante en su cita preferida, ahora han sido muchos de los favoritos los que han sido excluidos de un modo prematuro. Olmedo no tendrá que vérselas con el defensor del título, el bahrainí Yusuf Saad Kamel; el subcampeón mundial, el etíope Deresse Mekonnen, y el señalado como gran favorito, el marroquí Amine Laalou. A cambio se medirá al keniano Silas Kiplagat, de 22 años, autor de los dos mejores registros mundiales del año, al campeón olímpico Asbel Kiprop y al francés Mehdi Baala, repescado por la organización tras una caída.
Olmedo no engaña a nadie, sabe que sus opciones pasan por una carrera táctica que le permita guardar un cambio para los últimos 400 metros. Lo que garantiza, es que va a intentarlo: «Hacerlo bien es estar peleando por las medallas, luego puedes ser sexto, pero hay que estar ahí en la lucha». De entrada la carrera no tiene favoritos y el español nada que perder.