Dani Pedrosa no era este fin de semana el piloto más rápido de MotoGP en Motegi. Pero en las carreras influyen muchos factores, y a veces no se trata de ser el más veloz, sino el más completo, el más astuto, o el más afortunado para ganar. La carrera resultó un auténtico caos. La primera vuelta hacía prever un nuevo monólogo de Stoner, que salía desde la pole y ya tenía más de un segundo de ventaja en el primer paso por meta, cuando por detrás la escabechina ya había comenzado: Rossi se iba al suelo después de tocarse con Lorenzo en la segunda curva, y se llevaba a Ben Spies a la grava. El balear pudo mantenerse en pie. No duró mucho más Barberá, que sufrió una dura caída en la segunda vuelta, y tuvo que ser evacuado de la pista en camilla, inconsciente y con la clavícula derecha fracturada. Tras Stoner, el mejor Dovizioso de la temporada había adelantado a Pedrosa, y en la tercera vuelta incluso empezaba a recortar terreno al australiano, pero su gesta estaba condenada: dirección de carrera le sancionó (también a Simoncelli y Crutchlow) por haberse adelantado en la salida. Y pronto se borraría también Stoner, que en el cuarto giro se pasaba de frenada al final de la recta más larga del circuito, y en la excursión por la grava perdía toda opción a la victoria. Eso sí, el australiano salvaría los muebles remontando hasta subir al podio.