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Poner límites a la exigencia en la élite deportiva

Miguel Juane

DEPORTES

26 sep 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Evidentemente la disciplina, la exigencia y el esfuerzo son factores necesarios para alcanzar logros deportivos. Es labor del entrenador sacar el máximo rendimiento de sus deportistas y la competición es, sin duda, el momento en que cuerpo y mente sufren el mayor estrés para lo que los atletas habrán de estar preparados con horas y horas previas de entrenamientos, repeticiones, sincronización y momentos de superación personal ante adversidades.

El rendimiento deportivo está enmarcado dentro de unos códigos muy particulares que, en ocasiones, solo entrenadores y deportistas son capaces de entender. La motivación a un joven en formación no puede ser la misma que la exigencia a un profesional o a un deportista de élite. El lenguaje corporal, gestual o incluso las palabras tienen diferente encaje en función de cuál sea el nivel de exigencia. Todos entendemos que si, por ejemplo, un jugador de élite pierde un balón clave, el entrenador no le diga: «Querido mío, debes prestar más atención la próxima vez» sino que le recrimine por su fallo, a veces incluso de manera harto ostensible o apreciable, tanto por el público como por los medios de comunicación audiovisuales que todo lo ven.

Dicho esto, la conducta de un entrenador y su reconocida superioridad y legítima autoridad en el ámbito de la jerarquía deportiva no puede amparar comportamientos que transgredan el respeto y la dignidad de sus pupilos y, en muchísimas ocasiones, el fin no puede justificar los medios. El triunfo o la gloria deportiva no pueden construirse sobre la renuncia a pilares que siempre han de primar sobre el resultado final. Los valores que han hecho grande al deporte son la constancia, la superación, el ansia de mejora, el esfuerzo, incluso el respeto al rival, a uno mismo y, sobre todo, al juego limpio. Estos, nunca podrán ser sustituidos por la explotación, la humillación, la falta de respeto o la degradación de ningún participante. Esos límites no pueden ni deben superarse en ningún contexto, por muy alto que sea el nivel de que se trate.

Miguel Juane es presidente del Comité Galego de Xustiza Deportiva