Como ya sucedió en las últimas ediciones, es previsible que estemos ante una Ryder muy igualada. Desde fuera, el corazón me dice que Europa, con 6 de sus hombres entre los 10 primeros del mundo, tiene serias opciones de triunfo. Sin embargo, si reflexiono un poco y me fío de la cabeza, he de reconocer que Estados Unidos parte como favorito, sobre todo por la ventaja de jugar en casa.
Aunque cada vez el plus que da conocer el campo es menor, porque los europeos juegan en América y los estadounidenses en el Viejo Continente, además de que la composición de los campos es similar, el factor puede ser determinante. En casa del rival se vive mucho el golf y, aun sin ser el ambiente de un partido de fútbol o baloncesto, sí que hay animación y los jugadores notan de forma positiva el aliento del público.
La otra ventaja que le veo al equipo americano es que su capitán puede elegir 4 de los 12 jugadores, mientras que el del europeo, José María Olazabal, solo 2, de modo que el estadounidense tendrá más facilidad para escoger a especialistas en match-race. El número de los jugadores que se eligen fuera de ránking lo determina cada asociación a principio de temporada.
La Ryder de este año tendrá, además, un añadido, que es el que le da ser la primera edición que se disputa tras la muerte de Seve. La importancia que él tenía para todos y, en especial, para Chema Olazabal, es un aliciente más para esta competición que comienza hoy. El gesto de vestir en recuerdo a nuestro gran Seve me parece un detalle precioso.