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Recetas ancestrales para recuperar al muro del Coruxo

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

DEPORTES

M. MORALEJO

El portero Fernando, que salió de una lesión, se luce contra el Rayo B

04 feb 2013 . Actualizado a las 15:28 h.

El Coruxo vive un momento dulce. Lleva dos semanas flirteando con la zona de play off a Segunda división, y el sueño de disputar la fase de ascenso ya se ha instalado en la plantilla. El equipo vigués consiguió el sábado ante el Rayo B su cuarta victoria (0-1) de 2013, y lo hizo en un duelo en el que el gol de Abenza tuvo que compartir protagonismo con el portero del equipo, Fernando López.

El meta del Coruxo se sacó de la chistera paradas casi imposibles que acabaron por desesperar a un Rayo B que ya lo había padecido en la primera vuelta. Exhibió en Vallecas su mejor nivel, y lo hizo apenas quince días después de su reaparición. A finales de noviembre una jugada fortuita le causaba una fractura en el quinto metacarpiano de su mano mano izquierda. Fue un jarro de agua fría. Para él, y para el Coruxo, que tenía en el portero madrileño un seguro de vida. El equipo lo necesitaba, y él necesitaba volver a la portería cuanto antes, así que en el momento en que se vio liberado de la escayola, a principios de año, comenzó un proceso de rehabilitación contrarreloj que le ha permitido estar al máximo nivel en apenas cuatro semanas.

Sesiones maratonianas

El camino Vigo-Moaña se convirtió para Fernando en un trayecto habitual durante las primeras semanas de enero. A diario se desplazaba hasta hasta Domaio para cumplir con su cita con Goyo Ordás, el recuperador deportivo en el que confió para agilizar su puesta a punto. Sus jornadas se repartían entre las cinco y seis horas de rehabilitación que cumplía en su clínica, el tiempo que trabajaba con el personal del Coruxo, y los «deberes» que hacía en su casa.

«Cuando me quitaron el yeso vi que me había afectado a la musculatura y a los tendones. La sensación era mala. Tenía muchas molestias, me limitaba y me producía dolor. Intentaba coger balones, pero no podía», recordaba el futbolista. En apenas dos semanas, sin embargo, todo cambió. Sus sesiones maratonianas con Goyo, sábados y domingos incluidos, y el trabajo con la gente del club le devolvieron la fortaleza a su mano izquierda. Una mano que en Vallecas volvió a ser salvadora para el equipo de Antonio Gómez.

Sabiduría milenaria

Tras la vertiginosa recuperación de Fernando no se esconde más secreto que los conocimientos de Goyo Ordás y el sacrificio del futbolista. Entre los dos han logrado que el portero sea de nuevo el muro del Coruxo. «Lo que hago es seguir el procedimiento de mi mentor Torrado», explica Ordás «trabajando manualmente y empleando aceites minero medicinales y hierbas medicinales». Desde que Fernando entró en su consulta con la fractura ya consolidada y supervisada por los médicos, se dedicó a «dar vida a cada tendón y a cada ligamento que había quedado atrofiado». Trabajando desde el hombro hasta la mano y utilizando conocimientos ancestrales, Fernando recuperó en apenas quince días su mano lesionada. Atrás quedaban horas de rehabilitación o noches en campos de fútbol en los que Goyo y Fernando ensayaban con pelotas de tenis o balones desinflados. Todo, para que el meta volviese a la guerra. Lo ha hecho. Y victorioso.