La actuación del argentino ante el Athletic da esperanzas para el milagro contra el Bayern en la Champions
28 abr 2013 . Actualizado a las 22:59 h.Leo Messi apenas jugó 34 minutos en el empate 2-2 entre el Barça y el Athletic de Bilbao, pero fue suficiente para demostrar que el genio había vuelto y para que el aficionado azulgrana encuentre esa pequeña luz de esperanza de cara a la vuelta de las semifinales de la Champions League.
Messi, que había sido poco menos que un fantasma durante la goleada recibida por 4-0 ante el Bayern Múnich el martes, demostró en San Mamés que había recuperado al genio y que la imagen podía recuperar su tono. Messi anotó un golazo, después de eludir a cuatro rivales, asistió de manera casual a Alexis Sánchez en el segundo tanto del Barça y, especialmente, cambió la identidad ofensiva de los dirigidos por Tito Vilanova. La recuperación del mejor nivel del ganador de los últimos cuatro Balones de Oro significó la recuperación de la esperanza azulgrana en el ámbito continental.
«Ante Messi, a los rivales nos cuesta un mundo encontrar recursos para frenar tanta capacidad inventiva», se resignó el entrenador argentino Marcelo Bielsa, después del empate en San Mamés. «Si un jugador tiene semejante poder de desequilibrio no puede no generar precauciones en los rivales. No necesita de ninguna concesión para desequilibrar», añadió sobre el 10 del Barça.
Messi sufrió una lesión en el bíceps femoral de la pierna derecha en la ida de los cuartos de final de la Champions League contra el Paris Saint Germain. Desde entonces y hasta el duelo del sábado ante el Athletic, el mejor jugador del Barça jamás pudo encontrar su mejor versión, aún cumpliendo un papel importante en apenas media hora de la vuelta ante el combinado francés.
El síntoma más preocupante se había percibido el martes en Múnich, cuando Messi fue incapaz de dejar a un rival en el camino y estuvo ausente de toda conexión ofensiva del Barça. En el choque ante el Athletic, el argentino ingresó al campo para tratar de corregir una nueva imagen insulsa del equipo azulgrana en el aspecto ofensivo... Y vaya si lo hizo. Messi demostró en San Mamés, por ende, que el Barcelona actual tiene una dependencia absoluta de su capacidad de desequilibrio en los últimos 20 metros.
«Obviamente, el equipo cambia con Messi. Es el mejor jugador del mundo y el equipo que no tiene al mejor jugador del mundo lo nota. Si no lo notáramos, no sería el mejor», advirtió Jordi Roura, asistente de Vilanova en el banquillo azulgrana. «En buena lógica, cuando mejor esté Leo mejor estará el equipo y más posibilidades tendremos. Va siguiendo con su evolución estos días y ha trabajado muy bien el desequilibrio», dijo Roura.
Messi se reencontró también con los récords: se convirtió en el primer jugador en convertir 24 goles como visitante en la historia de la Liga y superó la marca de 23 tantos obtenida por Cristiano Ronaldo en la temporada anterior. Messi realizó este domingo trabajo en el gimnasio junto a todos los titulares del partido ante el Athletic y el brasileño Adriano. Todo el ámbito azulgrana espera que el astro argentino se cuide lo suficiente para que el miércoles, ante el Bayern, vuelva a dar un espectáculo en el Camp Nou e intente hacer realidad un nuevo milagro en su carrera.
Pero en los últimos minutos de San Mamés volvió a quedar claro que este Barça llega muy justo de gasolina a estas alturas del curso. Con sólo un par de arreones físicos, el Athletic empató al límite como hizo el Celta hace tres semanas, otro 2-2 regalado y cuatro puntos menos que casi hubiesen supuesto ya un título de Liga que el Barça tendrá que seguir peleando. El gol de Messi por lo menos servirá para animar algo las horas previas al pulso ante el Bayern. Con Leo en forma se puede soñar, pero para remontar realmente tendrá que recibir la ayuda de sus compañeros en un partido en el que no se pueden encajar goles, algo que casi es una quimera para un equipo frágil en defensa