En cuanto a la representación española, el penúltimo grande del año estará encabezado de nuevo por Sergio García. Además, saltarán al link escocés Miguel Ángel Jiménez, Gonzalo Fernández-Castaño, Álvaro Quirós, Rafael Cabrera-Bello y Eduardo de la Riva.
Parece ya una obra de ingeniería apostar por García. A sus 33 años afronta la decimocuarta tentativa de un torneo que acarició en el 2007 -perdió en el desempate- y cuya sombra es probable que, a veces, se le proyecte en el subconsciente.
Con mayor razón surgen a la par dudas y esperanzas sobre el resto de los españoles en Muirfield: España va camino de los 15 años consecutivos (57 torneos) sin ver a uno de sus golfistas conquistar uno de Grand Slam, desde que José María Olazábal ganara en 1999 su segundo Masters de Augusta. Phil Mickelson, quinto del mundo y que el domingo pasado ganó el Open de Escocia, tardó 12 años y 39 Grandes (hasta el Masters de 2004) en entrar en la historia del Grand Slam. Lo logró con los mismos años (33) que ahora tiene Sergio García.
De la Riva, el debutante
El catalán Eduardo de la Riva (RC Golf de El Prat) debutará en el Open Británico, uno de sus grandes sueños, a sus 31 años y tras doce como profesional del golf. De la Riva será el único debutante de los seis jugadores españoles que competirán en el torneo: «Siempre quise jugar el Open Británico y haberlo logrado es mi gran sueño», ha apuntado el catalán. «Es mi primer grande y estoy muy contento e ilusionado», ha añadido el barcelonés que ha apuntado que llega al torneo después de haber «jugado muy bien en el Abierto de Francia», donde quedó tercero.
Tanto su abuelo como su padre (los dos se llaman también Eduardo) fueron destacados jugadores aficionados. Además, su padre fue durante muchos años Director Gerente del Real Club de golf de El Prat y siete veces campeón de España en la categoría.
Así, solo él y después de una brillante carrera como aficionados decidió en el 2001 dar el salto al profesionalismo. Logró la tarjeta del Circuito Europeo en 2003, aunque su paso por el mismo fue fugaz. Ahora sus ilusiones, las que forjó cuando era un crío, ya son una realidad.