
«Me duele todo», dice la campeona de Wimbledon para explicar su retirada
16 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Con 28 años, solo 39 días después de ganar Wimbledon y en plena gira hacia su siguiente objetivo declarado, el US Open, Marion Bartoli anunció su retirada. «Me duele todo», dice casi como epitafio de su carrera. El anuncio tras perder un partido rutinario hizo temblar los cimientos del tenis. Acababa de perder con la rumana Simona Halep en su primer encuentro en Cincinnati, pero vivía el mejor momento de su vida.
Bartoli, profesional desde hace trece años, 490 victorias y 299 derrotas después, se baja de la noria del tenis. Ocho títulos individuales tiene, y después de alcanzar el más grande, evita sacarle réditos económicos dentro y fuera de la pista, después de ganar once millones de dólares en premios. Sorprendente. Atribuye a las lesiones su hartazgo: «Simplemente ahora mi cuerpo no puede hacer frente a todo». Y habla del dolor y las lesiones en el talón de aquiles, los hombros, las caderas y la espalda. Insufribles al competir.
«Me duele todo al cabo de 45 minutos o una hora de partido. He estado haciendo esto mucho tiempo y el cuerpo es sabio y me está diciendo que no puedo hacerlo más», añadió. Pero su discurso choca con el que siguió a su triunfo en Wimbledon, cuando dijo que «lo mejor está por llegar».
En Cincinnati compitió esta semana Lourdes Domínguez, la mejor tenista gallega de todos los tiempos. «Al nivel de hoy en día, acabas jugando casi cada día con molestias. Pero yo pienso que seguro que también es agotamiento mental. Cuando la cabeza no tira, el cuerpo no responde. El tenis es muy exigente», explica la pontevedresa, que vive el mejor momento de su carrera a los 32 años. En la época reciente, en el tenis femenino abundan las retiradas prematuras, figuras como Martina Hingis, Justine Henin y Kim Clijsters, entre muchas otras.
«Si tienes dolor cada día, también es difícil que la cabeza tire a tope para entrenar, para jugar...», añade Domínguez, que pasa fuera unas 25 semanas al año. «No sé lo que haré a ahora, pero no tengo ninguna duda de que me esperan muchas cosas, porque fuera del tenis existen realidades hermosas por las que se puede luchar y sentirte feliz», añade Bartoli sobre su futuro, que anunció por teléfono a su padre, agente y entrenador hasta hace unos meses. Su férreo control la alejaba de algunas compañeras e impidió durante años que defendiese a Francia en competiciones por equipos.
Bartoli, con 28 años, es joven para regresar, como hicieron otras tras oxigenarse un tiempo fuera del tenis. «No seré como ellas. No volveré. Está decidido. Es una decisión absolutamente personal», matizó. «No puedo ni caminar realmente. El cuerpo tiene sus límites».
Su personalísimo estilo de juego de derecha y revés a dos manos, la exigencia física que conlleva, sus tics en la pista, sus saltitos y manías y su constante activación durante los partidos quizá le añadieron un desgaste mayor. «Ha sido una chica muy trabajadora. Ha logrado todo a base de esfuerzo y seguro que el cuerpo lo pagó. Y en cada partido gastaba más energía de la que debiera», indica Domínguez, que ayer viajó de Cincinnati a New Haven, donde afronta el siguiente torneo.
Un caso contrario, superados los 30 años Domínguez mantiene la ilusión intacta, como una de las veteranas. «Soy una privilegiada. Hago lo que me gusta y apasiona, así que hasta que el cuerpo y la cabeza aguanten, seguiré jugando al tenis. No quiero ni pensar en el día que tenga que retirarme, lo pasaré muy mal seguro», añade sobre el horizonte al que se enfrenta la francesa.
«Hoy en día, acabas jugando casi cada día con molestias. Pero seguro que también es agotamiento mental»
Tenista profesional gallega