Después de tres candidaturas consecutivas instalada en el fracaso, a Madrid le ha llegado la hora de asumir que los Juegos Olímpicos tardarán en llegar. Ayer en Buenos Aires, el proyecto de la capital española se hundió hasta el fondo, se desplomó en la primera votación. La presentación definitiva ante los delegados del Comité Olímpico Internacional (COI) -que no se pudo ver completa por varios cortes en la señal de televisión- se centró en despejar la mancha más significativa que le persiguió desde que, tras los fracasos del 2012 y 2016, se puso en marcha de nuevo: ¿cómo iba a conseguir España, con menos de la mitad de presupuesto que Tokio (1.940 millones de euros frente a 4.400) y un gasto ocho veces inferior al de Estambul (16.800 millones), organizar los mejores Juegos posibles? En el hotel Hilton tampoco logró limpiar el borrón de la recesión. Pero este, con ser el más trascendente, no fue el único lastre que le acompañó en su caída.
La duda del dopaje
Sin una respuesta contundente En el turno preguntas afloró la sombra de la duda que ha perseguido al deporte español en los últimos años. Fue al presidente del Comité Olímpico Español (COE) Alejandro Blanco al que le tocó responder por la operación Puerto, por la destrucción de las bolsas de sangre que podrían haber permitido a los organismos internacionales sancionar a deportistas que habrían recurrido a técnicas o sustancias prohibidas.
Su respuesta se limitó a un guion demasiado previsible, a los esfuerzos de España por adaptar su legislación a los requerimientos de la AMA. Y no argumentó, pese a sus esfuerzos, cómo de pronto, el país había pasado del vagón de cola en la lucha contra el dopaje a ponerse en primera fila. Como sucedió con las estrecheces económicas, si la votación de los miembros del COI dependía de ese mensaje, el resultado no fue lo contundente que precisaba el momento. Tokio supo llevar este debate a su terreno -Turquía acaba de sancionar a una treintena de deportistas por dopaje- con una sola frase: «Jamás un japonés ha dado positivo en unos Juegos Olímpicos».
La herencia de Barcelona
Otros Juegos en tres décadas Si Barcelona probó la capacidad organizativa de la que dispone España para una cita de estas dimensiones planetarias, también cerró las puertas de que el país pueda acoger de nuevo unos Juegos Olímpicos en tan corto espacio de tiempo. Algo menos de tres décadas no parece ser distancia suficiente como para convertirse otra vez en anfitrión.