La implantación del alto rendimiento retiene a Bea Gómez y a María Vilas en Galicia, pero no acaba con la falta de entrenamientos en distancia olímpica
26 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Durante el pasado mes de junio al secretario xeral para o Deporte, José Ramón Lete Lasa, le comunican que Pepín Rivera, director técnico de la Federación Gallega de Natación y responsable del grupo avanzado que se ejercita en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva (CGTD) de Pontevedra, se marcha a Gijón. Ficha por cuatro años por el Santa Olaya, uno de los clubes más prestigiosos de España. La salida de Rivera no preocupa tanto como que Bea Gómez, olímpica en Londres, o María Vilas, a quienes preparaba el ferrolano, puedan seguir sus pasos. De esa inquietud surge la necesidad de crear un grupo de alto rendimiento -previsiblemente se presentará mañana-, que, en principio estaría integrado por estas dos nadadoras, más el ribeirense Manuel Dávila.
A petición de la secretaría xeral, la federación gallega dedica el mes de julio a dotar de contenido esa idea. El primer paso era buscar un entrenador de nivel contrastado para que pudiese hacerse cargo del grupo. Entonces surge el nombre del coruñés Fernando Gómez Reino, que participó en los Juegos de Montreal 1976 y que ejerce de preparador en Mallorca. Contactan con él y en el Campeonato de España Infantil de Pontevedra, que se disputó el 23, 24, 25 y 26 de julio, aprovechan su viaje a Galicia para mantener una reunión y conocer en qué condiciones estaría dispuesto a dejar Baleares. Evaluadas las pretensiones económicas del técnico, las concentraciones y los desplazamientos a las diversas competiciones, los dirigentes federativos presentan al departamento que dirige Lete Lasa un presupuesto anual para el grupo. Sin embargo, a mediados de agosto, desde la secretaría xeral aseguran que esta cantidad inicial desborda sus previsiones.
El proyecto se estanca. Fernando Gómez Reino rechaza la contraoferta que se le hace. Comienza de nuevo la búsqueda de otro entrenador. Pero las gestiones no llegan a cristalizar. Para desbloquear la situación surge la opción de involucrar a Luisa Domínguez, que había cogido el testigo de Rivera en el CGTD, ofreciéndole la posibilidad de contratar un entrenador que la ayudaría a asumir la preparación de ambos grupos, la de atender al de alto rendimiento y al de tecnificación -con exigencias un peldaño por debajo del primero-. Este ayudante, no obstante, tendría que ser un técnico que reuniese unas determinadas condiciones de calidad. El acuerdo se alcanza la segunda semana de septiembre y en él se decide que el preparador de refuerzo sea Fernando Zarzosa Alonso -que se encontraba trabajando para la Universidad Europea Miguel de Cervantes de Valladolid-. Zarzosa se incorporará el próximo 1 de octubre de manera oficial a su puesto.
La piscina de 50 metros
Una de los requisitos que tanto deportistas como técnicos consideran fundamental para el desarrollo de los trabajos del grupo de alto rendimiento es la disponibilidad de una piscina de 50 metros. La cercanía de la instalación con estas características de Pontemuíños, de la Fundación Rías do Sur, podría ser la solución a este problema. Pero hasta el momento no se ha logrado tener en el recinto un horario compatible con las obligaciones académicas de los nadadores becados en el CGTD. Algunos, como es el caso de Bea Gómez, pretenden estar en una final o semifinal olímpica, con lo que precisan de un mínimo de dos a tres horas de trabajo diario continuado para que estas sean efectivas. Este contratiempo, del que ya había alertado Pepín Rivera y que persiste, «se considera grave».
Fuentes próximas al grupo señalan que desde el ente que preside Carlos Touriño siguen en negociaciones para solventar este déficit, pero esas mismas fuentes también recalcan que son realistas y asumen que quizás esta vez, con la creación del grupo, tampoco se solucione.