Claudia Calvelo abandonó Lugo para debutar en Primera y seguir fiel a sus principios vitales
27 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.ameijeiras pívot gallega del ciudad de burgos
La coruñesa de toda la vida Claudia Calvelo (Gijón, 1992) no cambia. Evoluciona. Hace un año lograba su sexta medalla en categorías de base (oros en los Europeos del 2006, 2008 y 2012, y platas en los del 2007 y 2010, y en el Mundial del 2011). Tras cuatro temporadas en el Ensino ahora recupera sensaciones en Burgos, en su estreno en la máxima categoría (única gallega junto a Tamara Abalde del Perfumerías, Noelia Román -hermana de Javi Román- del Ibaizabal y Arantxa Novo -hermana del futbolista Nacho Novo- en el UPV).
-Siempre se había resistido a irse. ¿Por qué ahora?
-La gente pensaba que no me quería marchar por no separarme de la familia. Para nada. Me dolió mucho y me dio mucha pena tener que irme del Ensino sin cumplir mi objetivo, el de ascender a un equipo gallego a la máxima categoría.
-¿Qué ha faltado?
-Un poco más de ambición en el básquet gallego para que las jugadoras de aquí no tengamos que marcharnos. Ahora necesitaba estar en Primera. Se me acabó la competición de la federación, este verano he tenido vacaciones por primera vez en mi vida y fue un shock. Eché de menos la concentración. Quiero estar en la selección española absoluta, y ya empieza a haber un abismo. No quiero alejarme tantísimo. Me estaba estancando. Necesito rivales que me exijan. En Burgos casi soy la bajita. En Lugo ya no tenía un entrenamiento real.
-¿Será todo cuestión de dinero?
-En cierto modo. Si te puedes pagar un ascenso, tendrás un equipo en Primera. Y muchos clubes no pueden permitírselo. Hay jugadoras en España que no cobraron en meses. Las buenas acaban emigrando al extranjero.
-¿Será su siguiente etapa?
-No lo sé. Ahora me iría a donde sea. Sigo teniendo claro que quiero ser jugadora profesional. Y de las buenas. No una mediocre más. Pero el día que me deje de gustar lo dejo. Quiero evitar que sea un trabajo más, una funcionaria del básquet. Quiero estar bien, que me paguen al día y que me traten como una persona. No he sufrido lo contrario, pero lo he visto muy cerca de mí.
-¿Lo suyo es deporte y el Real Madrid, el Barcelona y la NBA otra cosa que no tiene nada que ver?
-A pesar del desfase entre ambos, comparten el espíritu del deporte. En Francia, los pabellones de equipos femeninos se llenan. Aquí no. Vivimos de subvenciones y buenos samaritanos. Me asusta pensar de dónde sale el dinero para pagar un equipo. Lo pagamos nosotras mismas, con nuestros impuestos. Jugar y que te paguen ya es un regalo.
-Usted estaba muy centrada en sus estudios de enfermería.
-Los terminaré a distancia. Me ayudan a sobrellevar los malos momentos, para que el básquet no absorba toda mi vida y será necesario para mi vida laboral posterior. Pero mi formación profesional no tiene ahora tanto peso, no el mismo que el básquet. Este deporte me da de comer. Debo mimarlo y no dar pasos de cangrejo.
-¿Sus padres no querían que jugase al baloncesto. Sería con la boca pequeña, dado que su padre José Manuel Calvelo llegó a ACB?
-Lo que de verdad querían era protegerme de la parte negativa, como lesiones o frustraciones, incluso económicas por impagos. Pero me apoyan y gracias a ellos fui a aquella segunda convocatoria de la selección gallega cuando estaba en el Valle Inclán. Por aquello soy jugadora. Me dijeron que no sufriese haciendo lo que en realidad me gusta.
-Y ahora feliz en Burgos.
-Vienen a vernos a los entrenamientos. Nunca me había pasado. Hay dos equipos fuertes (Perfumerías y Rivas). Los demás lucharemos como jabatos.
-La música, otra vía de escape.
-Otra parte de mi vida. Siempre digo que cuando ganamos un partido hicimos una buena canción. Soy fan de Heredeiros da Crus y ellos me tratan genial. Toco la guitarra. Siempre quise hacerlo. Tengo buen oído. Aparte de Ponchas y Crestas, quiero formar una banda. Además, tocar la guitarra me está dando más amplitud en mi mano izquierda y ahora agarro mejor el balón. Todo está conectado.