El asturiano llegó a Vigo en verano del 2007 y culmina con su llamada a la selección su trayectoria
09 oct 2013 . Actualizado a las 00:28 h.Miguel Pérez Cuesta Michu llegó a Vigo con 21 años, con ya unos cuantos de fútbol a sus espaldas. Había sido capitán del Oviedo. Después del descenso azulón a Tercera, fue traspasado al Celta. Fue presentado un 31 de julio del 2007 junto al delantero formado en el Castilla José Manuel. En el cuarto amistoso de pretemporada y uno de sus primeros partidos con el Celta B, fue expulsado en Portugal, ante el Atlético Valdevez.
Michu fue el gran protagonista de aquella pretemporada del filial y debutó con la camiseta del Celta (naranja) en el derbi contra el Dépor en Segunda B. Perdió en Abegondo 2-1. Pero no tardaría en marcar su primer gol de celeste, ante el Castilla en la segunda jornada. Bajo la tutela de Alejandro Menéndez en el filial ( y en medio de la generación dorada de A Madroa con Roberto Lago, Dani Abalo, Túñez, Yoel y Iago Aspas), Michu demostró desde casi el primer día su facilidad para el gol y su capacidad de llegada. En diciembre ya entrenaba con el primer equipo, entonces dirigido por López Caro. Antes del final de temporada, jugaba con asiduidad en el Celta y era agasajado con una ampliación de contrato. Once goles en total en el año de debut con el Celta y alternando ya el filial con el primer equipo.
Así comenzó el despegue de Michu hacia la selección española. Seis años de trayecto que culminarán el viernes en Mallorca en el choque contra Bielorrusia. El asturiano, que vestirá el 7 en los dos últimos partidos de clasificación para el Mundial de Brasil, tuvo altibajos, como su último año a las órdenes de Paco Herrera y la amargura del penalti fallado ante el Granada en la promoción de ascenso del 2011. Michu firmó por el Rayo Vallecano libre de contrato, y explotó como goleador en Primera división, lo que le valió el pae a la Premier League con el Swansea.
Los 35 goles de Michu en las últimas dos temporadas y lo que se lleva disputado de éste le han valido al asturiano una llamada a la selección con la que los responsables del Celta quizás no se imaginaban cuando el melenudo centrocampista, entonces aún lejos de ser un falso 9, llegaba a A Madroa para reforzar al filial.