
El único novato en lograr el título máximo del motociclismo mundial combina su simpatía fuera de la pista con su competitividad dentro de ella
10 nov 2013 . Actualizado a las 20:36 h.Por precocidad y futuro, Marc Márquez es el primero de todos. El que antes ve la bandera de cuadros y bate los récords, y del que se espera que siga aniquilando cualquier marca que se le ponga por delante. En su primer año en MotoGP, Márquez se llevó por delante los registros de piloto más joven y único novato en lograr el título máximo del motociclismo mundial.
El hecho de que le caiga bien a todos menos a sus rivales habla bien a las claras de la doble vertiente del carácter del ilerdense (Cervera, 17 de febrero de 1993). Por un lado, Marc Márquez es el nuevo icono de las dos ruedas, con un carisma a prueba de bombas y unas condiciones sobre la moto que hacen de él uno de los grandes espectáculos del mundo del deporte. Por otro, su terrible competitividad no hace prisioneros, y lleva hasta el extremo el dicho de mejor disculparse que pedir permiso. Márquez es un piloto de masas y de contrastes. Su sonrisa y amabilidad contra su colmillo afilado. Sus grandes éxitos contra sus polémicas por ir siempre bordeando el límite. Sus declaraciones de perfil bajo contra sus incontestables éxitos. Todo eso es Márquez, una figura colosal que aglutina tanto a los que buscan una alternativa a Dani Pedrosa como aquellos que quieren un heredero de Valentino Rossi. A todos menos a los partidarios de Jorge Lorenzo, que se bate sin éxito y en inferioridad mecánica contra un rival colosal que sonríe y se lo pasa bien en los momentos de máxima tensión. Marc ha tardado menos que nadie en llegar a la cima. También es el primero en ganar el Mundial en las tres cilindradas y, por supuesto, quien antes logró una victoria en la categoría reina. Todo, un año antes de lo esperado. Y es que se esperaba a un Márquez de aprendizaje en el 2013, como les ocurrió a todos los grandes campeones, para iniciar el asalto al título en la siguiente embestida. El español, por el contrario, no ha necesitado adaptación. Ni una temporada. Ni un gran premio. Ya en su debut, en Catar, obtuvo la tercera plaza que le aupó al podio. Una carrera después, en Las Américas, se subió a lo más alto.
Segundo en Jerez y tercero en Francia, pronto se habló de él como candidato mientras el piloto y su entorno se negaban a pronunciar ninguna palabra que no obedeciera a criterios de aprendizaje. En Italia sufrió dos caídas, una en los entrenamientos, espeluznante, y otra en carrera, que le dejaba a cero por primera vez. Las comparaciones con Lorenzo fueron ahí inevitables, ya que el 99 tuvo una trayectoria similar en su primer año en MotoGP, truncada después de su primera lesión grave. Sin embargo, Márquez no sufrió daño alguno, y sí los padecieron el propio Lorenzo y Pedrosa, allanando de nuevo el camino al novato de HRC, que encadenó cuatro victorias consecutivas en Alemania, Laguna Seca, Indianápolis y Brno. Sus rivales, heridos en el físico y en el orgullo, se lanzaron al ataque dentro y fuera de la pista. Lorenzo se revolvió en el asfalto venciendo en Silverstone y San Marino, dos milagros. Y en los micrófonos. El recuerdo de Jerez, donde sufrió un ataque furtivo en la curva que lleva su nombre, unido a una caída de Marc Márquez en Reino Unido mientras no respetaba las banderas amarillas y que a punto estuvo de costar algo más que un susto, latían ya en el ambiente. Faltaba una gota para colmar el vaso, y llegó en Motorland, con la tremenda caída de Pedrosa tras un leve contacto de Márquez. Fue el detonante
Lorenzo y el propio Pedrosa se lanzaron al cuello de Márquez, que volvía a emplear una sonrisa como respuesta. Vencer en Aragón fue el colchón que necesitaba, y quedar por delante de Lorenzo tras el mejor cuerpo a cuerpo de la temporada, en Malasia, era el último golpe de efecto. «Ya habéis visto que no me he cortado nada», declaró fiel a su estilo, ese que arrastra el codo y que marca tendencias. El campeonato era suyo y sólo faltaba una fecha. No pudo ser en Australia, con un error inexplicable de HRC que le propició una descalificación por bandera negra. Tampoco en Motegi, donde resistió viva la increíble casta de Lorenzo. Hubo que esperar hasta el final, Valencia, para cerrar el campeonato con un tercer puesto y más de 100.000 personas aclamándolo en las gradas. El hombre más joven de la historia en conseguir tres poles consecutivas y cuatro victorias seguidas en un Mundial, aquel que consiguió vencer en una carrera de Moto2 saliendo el último y adelantando a 32 rivales, se convirtió el 10 de noviembre del 2013 en el campeón más precoz de la historia de MotoGP. Es Marc Márquez, el hombre al que sólo odian sus rivales. El primero de todos