El crecimiento de la escuela municipal dispara las expectativas de El Olivo
29 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Vigo se ha convertido en uno de los grandes viveros de la esgrima. Con El Olivo como club de referencia y con la escuela municipal como principal fuente de abastecimiento de futuros tiradores. En ambos perfiles de la misma moneda emerge la figura del maestro Manuel Mariño.
«El objetivo de las escuelas no son los resultados, sino que se los pasen bien, y eso creo que lo conseguimos», comenta Mariño. La idea ha ido ganando adeptos con el paso del tiempo y en la actualidad cuenta con una treintena de alumnos por debajo de los diez años, otros veinte en su segundo tramo que va hasta los quince años y un tercer nivel reservados a aquellos que buscan la gloria a través de la competición.
Los más pequeños aprenden jugando. «Trabajan con armas de plástico, para que no les pesen. Es una esgrima de juego», confiesa el maestro, que desvela que este curso entrarán por primera vez en competición al cuajar la idea impulsada desde Vigo de un torneo de mini esgrima. La disciplina de competición comienza a introducirse «sin grandes exigencias» en el segundo nivel. Algunos de ellos con unas buenas perspectivas de futuro: «Hay unas cuantas chiquitas que están muy bien y algún niño que tiene condiciones de coordinación y de reflejos muy buenas, pero hay que dejar pasando el tiempo, todo esto tiene que madurar. La esgrima es un deporte muy técnico y hace falta un espíritu muy especial para combatir y aguantar el entrenamiento».
El principal problema con el que se encuentran, y una importante desventaja, es la falta de técnicos con respecto a los clubes punteros de la esgrima en España. «Nos faltan técnicos que a partir de los 18 años continúen con la esgrima desde la parte de la enseñanza, no desde la parte de la práctica. Estamos compitiendo un staff de cinco entrenadores y yo contra clubes que tienen 20 o 30 técnicos (Barcelona, Madrid, Valencia)», apunta Manuel Mariño.
En el crecimiento experimentado por la esgrima en Vigo han tenido que ver los éxitos de las tiradoras, pero no los últimos, sino los primeros de Irene Romero y María Mariño. «Cuando comenzaron a destacar a nivel nacional hubo un bum, eso significó un incremento, pero los súper éxitos de los dos últimos años creo que la gente lo ve tan lejano que no tiene repercusión real», explica el maestro.
Las dos tienen una intensa temporada por delante. Deben ser la punta de lanza en la tarea de repetir el título nacional del clubes, son candidatas al podio a nivel individual, igual que la júnior Judith Rodríguez, y en enero debutarán en la Copa del Mundo -«conseguir un puesto entre los 80 primeras estaría de vicio»-. Son la punta del iceberg de un proyecto con buenos y nutridos cimientos.