
La jugadora del Poio Pescamar compagina fútbol y música con éxito
30 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Yoly Saa es como esa especie de Superman que interpreta distintos papeles en función de la camiseta que se enfunde. Cada sábado se pone el uniforme del Poio Pescamar para competir en la categoría de oro del fútbol sala nacional, pero por la semana, la jugadora se rinde a la música. El pasado jueves lo volvió a hacer. Acompañada de dos jugadores del equipo masculino del Poio Pescamar, Yoly se subió al escenario de la Posada Indiana para versionar, guitarra en mano, algunas de las canciones más populares del panorama nacional. «Es la segunda vez que actúo, hasta ahora cantaba en casa y para mis amigos», señala Yoly, que aún siente algo de vergüenza cuando habla de su faceta musical.
A sus 21 años, puede decirse que lleva casi veinte sintiendo la música. El culpable de que la banda sonora de su vida pase por baladas o la música pop fue su padre, José Carlos Saa, quien cuando apenas había cumplido los dos años, empezó a inculcarle la pasión por ella. Más tarde llegaría el fútbol.
Ahora forman una especie de matrimonio bien avenido. Entre semana canta y el fin de semana da patadas al balón. «Unos amigos me grabaron una vez cantando y lo colgaron en Youtube, a partir de ahí me empezaron a llamar», explica la jugadora, que debutó en el Tinta Negra de Combarro. «La verdad es que impresiona, pero el público suele ser muy enrollado y se porta bien», bromea sobre su debut.
Aunque el escenario le impone más que jugar al fútbol, asegura que saltar a la pista ante la afición de A Seca marca demasiado. Así que el jueves, se buscó a dos aliados del equipo masculino para subir a la Posada Indiana. Lo volverá a hacer más veces porque en el Poio Pescamar además de fútbol se respira ritmo. «Tenemos un grupo de batukada con alguno de los chicos del equipo masculino y a veces después del entrenamiento ensayamos detrás del pabellón», explica Yoly, que asegura que comparte afición con expertos en batería o piano. «Las chicas solo faltamos los sábados cuando tenemos que viajar», indica la jugadora del Poio Pescamar.
Sus días parecen tener más de 24 horas. La música, el fútbol y una carrera de Educación Infantil que saca curso por año es su vida. Cada jornada parece interminable, pero a ella le llega para explotar sus tres facetas de superwoman. Pero, ¿qué hará en el futuro cuando los pies no corran tan rápido como ahora? Aunque todavía no le preocupa, sabe que en este país es difícil vivir del fútbol sala siendo mujer, pero para triunfar en la música «hay que tener demasiada suerte».
Un cúmulo de casualidades
En su vida todo parece llegar por casualidad. Sus actuaciones musicales se las debe a los amigos que confiaron en ella y la colgaron en Internet, pero dedicarse al fútbol sala, se lo debe al tío de un amigo que vio como se desenvolvía en el patio del colegio cuando era una niña. Pese a que compite al máximo nivel, algo a lo que nunca pensó que podría llegar, se muestra humilde y asegura que «manejo mejor la guitarra».
Ahora se divide entre pasión y devoción quitándole horas al sueño. Por las mañanas estudia, por las tardes entrena y por las noches, cuando puede, canta, pero hoy es sábado y lo que toca es saltar a A Seca para hacer vibrar a las rojillas.
Compagina sus aficiones con sus estudios de Educación Infantil en Pontevedra
Su padre el inculcó la pasión por la música cuando apenas tenía
dos años