Abandonó su club para volver a la empresa de su padre
14 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Aitor Pastoriza (Vigo, 1988) dejó el Coruxo la pasada campaña porque sentía la necesidad de crecer como futbolista. Apostó por el Salamanca, donde se encontró con un cúmulo de despropósitos -la residencia que le habían prometido resultó ser un geriátrico- que le hizo buscar nuevo destino, el Noja. Ahora, tras cuatro meses de impagos y desencantado del mundo del fútbol, ha vuelto a casa para trabajar en la empresa familiar y «evadirse» de unos meses para olvidar.
-¿Qué ocurrió en Noja?
-Me debían tres mensualidades y no veía que se fuera a arreglar, así que pedí hablar con ellos y venirme a casa. Todo lo que nos rodeaba eran mentiras y la situación deportiva era malísima como reflejo del descontento que teníamos los jugadores.
-¿Fue difícil tomar la decisión?
-Llevaba un mes planteándomelo y era ya insostenible. Tengo muchos compañeros en el mundo del fútbol y casi ninguno está al día, pero tienen alguien que confían en que vaya a cumplir su palabra. Aquí no lo había: si te aseguran que cobras el viernes que viene y pasan ocho viernes, esperas hasta que dices: «No, ya no pasa ni un día más». Lo único que estaba haciendo allí era perder tiempo y dinero.
-¿Intentaron retenerle?
-Al principio sí quisieron convencerme de que me quedara, pero cuando dije que no quería nada de dinero, hablaron entre ellos y vieron que para la viabilidad del club era una denuncia menos y que les compensaba. Al momento ya tenía los papeles encima de la mesa.
-Está siendo un año duro después de lo ocurrido en Salamanca. ¿Se arrepiente de algo?
-No, el que no arriesga, no gana, y lo que pasó es que arriesgué. Después de la temporada pasada, que fue muy buena para mí, dije que no renovaba en el Coruxo y quise buscar un equipo con otros objetivos para poder crecer como futbolista. El Salamanca parecía ideal. Luego, antes de ir al Noja, me informé y supe que el año pasado un grupo inversor se hizo cargo del dinero que se debía a la plantilla y que garantizaron el cobro de los jugadores por tres años. Pero no lo están cumpliendo. Si me hubiera quedado en el Coruxo no estaría hablando de nada de esto, pero era impredecible y no me arrepiento.
-¿Se siente desencantado con el mundo del fútbol?
-La verdad es que sí. Llegué el martes después de firmar los papeles y el miércoles me incorporé a la empresa de soldadura de mi padre, donde ya trabajaba por las mañanas cuando estaba en el Coruxo, yendo a entrenar por las tardes. Mi idea ahora es evadirme del fútbol, porque tengo la cabeza como un bombo y esto me sirve para alejarme de lo que me pasó y no comerme tanto la cabeza. Aparte de que llevo cinco meses gastando y necesitaba ingresar; aquí sí que sé que voy a cobrar.
-¿Retomará su carrera deportiva en el futuro?
-Si sale algo interesante en enero, se mirará, pero tiene que gustarme demasiado y ser un proyecto muy afianzado para que me aventure a probar suerte en otra cosa. Para mí el fútbol ahora no es algo primordial. Está claro que la vida del futbolista no es la del trabajador, pero ya sé lo que es y no se me caen los anillos.