De nuevo los penaltis en el punto de mira

Lugo / La Voz

DEPORTES

14 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Los equipos pequeños, que como el Lugo fraguan su historia jornada a jornada, suelen encontrar poco eco a sus reclamaciones. Los indicios muestran que en caso de duda su peso no es tanto como para inclinar la balanza a su favor en las decisiones arbitrales; chocan contra muros de incomprensión. Excusas, se dice. Un término recurrente si la situación deportiva no es la más boyante, como le ocurre en el presente a los rojiblancos. El caso es que el juicio de los colegiados vuelve a estar en el punto de mira. El equipo se siente agraviado con las diferentes varas de medir los penaltis en ambas áreas.

La última escena de una obra repetida casi hasta la saciedad en lo que va de temporada tuvo lugar anteayer contra el Mirandés. Pavón le gana la acción defensiva a Pablo Infante, lanzado al suelo en el intento de sacarle el balón, y al apoyar el brazo sobre el césped para ayudar al gesto, este le golpea en la articulación mientras se encuentra de espaldas. Un penalti de esos que dejan estupefactos a quiénes los sufren, el que señaló el colegiado De Burgos Bengoetxea, el mismo que dirigió aquel partido de tan triste recuerdo como fue el de vuelta en el Ángel Carro de la eliminatoria de ascenso con el Murcia, hace tres temporadas.

«Llevamos 21 jornadas y nos han señalado un penalti», se quejaba amargamente Setién al finalizar el encuentro contra los burgaleses.

Pavón, con cara de sorpresa, vio la cartulina amarilla, la sexta de la temporada, que el club no recurrirá.

Contra el Eibar

Decisiones, las manos en el área, que quedan al albur del criterio arbitral. Sin ir más lejos, el propio Setién echaba la vista atrás a lo sucedido en el Ángel Carro contra el Eibar. La mano de un zaguero armero a un chut de Rennella. En esa ocasión, el juez del encuentro la estimó como no sancionable.

«¿Qué tenemos que hacer para que nos señalen una a favor?», rumian equipo y afición. Manu no había tenido opción de lanzar más que el de la Copa y solo pudo desquitarse en Liga contra el Hércules. Un lanzamiento desde los once metros que no pudo frenar la derrota contra los alicantinos. Hasta entonces, y a partir de ese momento, en las situaciones dudosas el favorecido ha sido el rival.

Los rojiblancos podrían remontarse a la zancadilla a Sandaza en el área de Riazor, en la que hasta el defensa reconoció que lo había derribado. El espigado ariete aún tuvo que escuchar sobre esa jugada que se había caído «de una forma rara». El propio Sandaza reclamaría un agarrón contra el Sporting y pidió uno más contra el Alcorcón. No hubo suerte.