![Miguel Adán, en las instalaciones de Don Gimnasio, en Carballo.](https://img.lavdg.com/sc/of8UBbDg-x7VHAudsJ0Iy1tnX7k=/480x/2014/01/31/0012_201401C31C10F2jpg/Foto/C31C10F2.jpg)
Lleva toda su vida profesional vinculada al mundo del ring. Primero como boxeador (llegó a ser subcampeón sudamericano en peso walter), ahora como entrenador, con título nacional. Desde hace siete meses, Miguel Adán Gauna (Bovril-Entre Ríos-Argentina) aporta su experiencia en los cuadriláteros en Don Gimnasio Boxing Gym carballés, donde imparte clases a nueve deportistas. Insiste una y otra vez en que el boxeo no es un deporte marrullero ni violento. «El boxeo es un noble arte en el que se combinan la técnica, la táctica, el movimiento armonioso del boxeador, la coordinación de movimientos...», explica.
-¿Por qué su preocupación por la imagen que proyecta el boxeo?
-Le pongo un ejemplo. Un padre lleva a su hijo de cinco años a yudo o taekuondo y no pasa nada. Está bien visto socialmente. Si ese mismo padre lleva a su hijo a clases de boxeo dicen de él que no está en sus cabales.
-¿Ayudo la saga «Rocky» a la proyección del boxeo?
-Ni mucho menos. Ha dañado la imagen de un deporte que es de los más nobles que existen. Yo desde luego no me identifico con este tipo de películas. No se ajustan a la realidad para nada.
-Pero los casos del Potro de Vallecas o Mike Tyson tampoco han ayudado.
-Es que la gente asocia boxeo con marginalidad, familias desestructuradas y gente de la calle metida en líos y no es cierto. Hay de todo, como en todo los deportes. Boxear no consiste en coger a un chico que vive en la calle darle unos guantes y que se ponga a dar golpes. Es mucho más que eso. En mi caso, además de director técnico ayudo a la gente que entreno. Hablo con ella, evalúo su estado físico, pero también mental. Si veo que un deportista no está emocionalmente preparado o veo que se sale de los cauces normales de comportamiento, lo envío a un psicólogo.
-¿Qué tal su estancia en Carballo?
-Llevo siete meses viviendo aquí y estoy encantado. Llegué a Galicia hace diez años y ahora intento formar a chavales de esta zona.
-¿Qué tal la experiencia?
-Muy bien. En Carballo hay afición por el boxeo, más de la que me imaginaba. La verdad es que me he quedado sorprendido.
-¿Por qué Carballo?
-Soy de los que digo que las cosas suceden porque suceden. En mi caso, estaba en A Coruña y la persona que tenía que entrenar en Don Gimnasio se marchó y ahora estoy yo. No sé dónde estaré mañana pero ahora mismo soy muy feliz en Carballo.
-¿Ya tiene algún candidato para subir a un cuadrilátero?
-Hay dos chicos que demuestran muy buenas maneras. Tienen reflejos y rapidez y coordinación de movimientos.
-¿Cuál es el peor momento en la carrera de un pugilista?
-Creo que es cuando empiezan a salirle las cosas bien y comienza a ganar dinero. Es el momento en el que más necesita la ayuda, alguien que le sepa asesorar.
-¿Y su bagaje profesional?
-Comencé en el boxeo con catorce años. Llegué a pelar con el gran Juan Domingo Martillo Roldán en Morteros [Córdoba-Argentina] ante 8.000 espectadores. Fue el 10 de enero de 1975. Perdí el título a los puntos pero fue una grandísima pelea contra uno de los grandes.
-¿Quién fue su referencia?
-Muhammad Alí y el argentino Nicolino Locche. Dos monstuos del boxeo.
-¿Qué prefiere, la fuerza bruta de Tyson, o el estilismo de Evander Holyfield?
-El virtuosismo siempre. El saber moverse por el cuadrilátero. El saber avanzar hacia el contrincante, el saber retroceder cuando tratan de golpearte, moverse hacia los lados, esquivar... El boxeo lo entiendo como un arte. En el Don Gimnasio Boxing Gym inculco el estilo que utilicé durante mi etapa de profesional, el de la escuela mendoziana [Mendoza-Argentina].
-¿En qué se basa esta escuela?
-No se trata de ganar por k.?o. técnico. Basamos el triunfo en los bloqueos y las palancas. En una palabra, el arte de la defensa. Quien mejor supo interpretar este estilo fue el gran Nicolino Locche. Ganaba porque era muy bueno pero, sobre todo, porque sabía defenderse muy bien.
Miguel Adán entrenador en Don Gimnasio
«Además de entrenador, mi obligación es estudiar el estado anímico»